Carlos Roberto Pérez estuvo involucrado en el vicio del alcohol. Se encontraba atrapado en el sufrimiento y el dolor.
“Antes de conocer la Iglesia, viví en la humillación y en la miseria. Fui alcohólico, bebía día y noche. Estuve cuatro años sin poder salir de mi casa. Mi familia sufría porque no trabajaba y todo se vino abajo. No había plata en casa, y lo que traía mi señora era para la bebida, yo vendía lo que encontraba para mantener el vicio. Estuve ciego mucho tiempo, no valoraba a mi esposa ni a mis hijos, pensaba solamente en mí. Yo pensaba que mi situación era un caso perdido, no veía una salida. Incluso mis cuñados le decían a mi esposa que se separara de mí porque la hacía sufrir a ella y a mis hijos. Un viernes sintonicé la radio de la Iglesia y escuché el testimonio de una persona que había pasado por la misma situación que yo atravesaba en ese momento y decidí ir. Hacía cuatro años que yo no salía de mi casa, pero me fui caminando. Cuando llegué, apenas pisé la puerta, paré de temblar. Fue algo increíble. Al lunes siguiente salí a buscar trabajo y conseguí. Todo lo que se enseñaba en las reuniones lo puse en práctica. Cuando no tenía para el boleto, iba caminando con lluvia o con calor. A partir de allí, mi situación fue cambiando. Perseveré y Dios me fue abriendo la visión, logré cosas que jamás hubiera soñado. A los tres meses de haber llegado a la Iglesia, empecé a edificar mi casa. Yo no sabía lo que era tener un vehículo, hoy tengo un auto de alta gama. Trabajamos en familia y tenemos un emprendimiento de pastelería. Estamos unidos y mis hijos están en la presencia de Dios. Mucha gente que me ve no puede creer el cambio. Gracias a Dios estamos contentos y felices”.
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