Regresé a la Universal, después de estar difíciles largos años alejada de la Presencia de Dios.
¡Fueron los peores días de mi vida!
¡Fue el propio infierno en vida!
Mi alma gritaba, mis dientes crujían, mi carne era masacrada, mis lágrimas eran sangre del dolor del alma.
Dormí en lugares abandonados, en la calle, en la estación. Comí restos del mercado (basura). Mis hijos tuvieron que estar lejos de mí, mi hijo tomó mamadera de agua con maicena, porque no tenía leche.
Era la basura de la sociedad. Fui pisada, humillada, masacrada, agredida.
Mi familia estaba lejos de creer que yo tenía una posibilidad de cambiar. Pero mi madre nunca desistió de mí, alabo y Le agradezco a DIOS por su vida y por la de todos los que oraban por mí.
Alabo y Le agradezco a DIOS por la vida de un obrero que, cada vez que pasaba cerca mío, me daba una Palabra de Vida. Él no me veía en las condiciones en las que me encontraba, sino como una oveja lejos de su Pastor.
No me acuerdo exactamente el tiempo, pero volví hace más de 15 años, ¡y cada día es como el primer día en la Presencia de mi SEÑOR JESUCRISTO!
No me fue fácil regresar. Mi alma gritaba pidiendo el primer AMOR, pues nada tiene sentido, nada es placentero sin el primer AMOR.
¡Jamás desistan de luchar!
¡Agárrense con todas las fuerzas de las manos de DIOS!
¡Amooo a la Universal!
¡Que Dios bendiga al obispo Macedo y a su familia!
Leticia