“Si me amáis, guardad mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. No os dejará huérfanos; vendré a vosotros.”, (Juan 14:18).
Una persona que ama a Dios, no lo hace solamente cuando dice “Señor, te amo”, sino cuando guarda Sus mandamientos y obedece Su Palabra.
Lo mismo acontece en el matrimonio, el marido ama a su esposa no cuando le hace regalos, la ama verdaderamente cuando guarda la alianza que hizo con ella en el Altar. Lo que garantiza el amor es la fidelidad.
Quien bautiza con el Espíritu Santo es el Señor Jesús, y lo hace cuando la persona obedece Su Palabra y se entrega a Él.
En el Monte Sinaí, Dios le dijo a Moisés “Diga a los hijos de Israel que si ellos dan oídos a mi vos y guardan mi pacto, ellos serán para Mí especial tesoro entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra. Además Moisés, ellos serán para Mí un reino de sacerdotes y gente santa.”
Estas tres promesas están condicionadas a si uno obedece y guardar la Palabra de Dios.
El amor no está en palabras, sino en la obediencia, lealtad y fidelidad de uno para con otro. El verdadero amor respeta, guarda el pacto y la alianza.
Jesús quiere bautizarlo con Su Espíritu Santo, pero usted tiene que guardar su pacto. Dios no va a dar Su Espíritu a una persona desobediente.
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