Muchas personas, a pesar de conocer la fe, no entienden la diferencia entre conversión, Nuevo Nacimiento y bautismo con el Espíritu Santo. Según el Obispo Edir Macedo, muchos se inquietan por no tener el don de lenguas, pues acreditan que eso es lo que define el bautismo con el Espíritu Santo.
El Obispo explica que todo ser humano debe seguir estos tres pasos cuando decide comenzar una vida con Dios.
Conversión
El primer paso es mostrar arrepentimiento por los errores cometidos. “Desde la época de Juan el Bautista, el arrepentimiento significa abandonar los pecados y comenzar una vida cierta. La persona comienza a vivir dignamente, de acuerdo a la Palabra de Dios”, afirma el Obispo. Es necesario entender que la conversión es una actitud exclusiva del ser humano, ya que es él quien abandona el camino errado, una vez que entra en el de Dios y se moldea de acuerdo a Su Palabra. Después de eso, podrá dar el siguiente paso.
Encuentro con Dios
El segundo paso es el encuentro con Dios, la experiencia del nuevo nacimiento, que es concebido por el Espíritu Santo. El Obispo Macedo detalla que el Espíritu Santo viene sobre la persona y hace de ellas una nueva criatura, según la voluntad de Él. “El encuentro con Dios, solamente acontece cuando hay una entrega total: es todo o nada. Si eso no acontece, Dios no puede hacer ese milagro. Es una experiencia exclusiva para aquellos que se entregan de cuerpo, alma y espíritu para Dios”.
Bautismo con el Espíritu Santo
El bautismo con el Espíritu Santo acontece después del arrepentimiento la conversión y el nuevo nacimiento, que es el encuentro con Dios. Quien hace eso es el propio Señor Jesús. “El Espíritu Santo nos llena de alegría y paz, habitando en nosotros y manteniendo una comunión con Su pueblo, a través de los milagros y de las maravillas realizados en nuestro medio, debido a Su omnipotencia, omnipresencia y omnisciencia”, resalta el Obispo Macedo.
Él declara que el bautismo con el Espíritu Santo, transforma al ser humano diferente en todos los aspectos, pues este pasa a participar de la naturaleza del propio Jesús. “Este bautismo nos hace ver las cosas como Él veía, pensaba y hablaba, así nos capacita para la gran Obra de Dios. Está escrito: `pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos…´”, (Hechos 1:8).
El Obispo también enfatiza que nadie debe envolverse en la Obra de Dios sin antes haber recibo ese poder prometido por el Señor jesús. Es muy peligroso para el neófito (aquel que es nuevo en la fe, recién convertido) intentar hacer algo sin el sello del Espíritu Santo, ya que la lucha no es contra la carne o la sangre, sino contra las fuerzas espirituales del mal (Efésios 6:12).