En los años 1980, la Universal realizaba el trabajo de evangelización a través de los medios de comunicación en horarios alquilados en la radio y en la televisión. Pero el obispo Edir Macedo ya sentía la necesidad de tener un medio de comunicación propio para predicar el Evangelio. Fue cuando surgió la oportunidad de adquirir la Radio Copacabana, una de las emisoras AM más populares y famosas de Río de Janeiro en aquel momento.
Pero no sería una tarea fácil. El obispo tendría que despojarse de su propia casa, recién construida, a favor de la conquista. “Después de vivir en departamentos diminutos y sin descanso, pude, finalmente, darle a mi esposa Ester, y a mis hijas un poco de confort. Pero fue por un tiempo limitado. Para poder pagar el valor, vendí esa casa que había construido recientemente en Petrópolis”, explica el obispo en su segundo libro de memorias, “Nada que Perder 2.”
Y ese sería apenas el primero de tantos sacrificios que él tendría que hacer por la Obra de Dios. “La emisora en sus primeros años de funcionamiento exigía mi presencia frecuente. Y yo comprendía esa adquisición como una meta alcanzada para predicar el Evangelio”, dice el obispo. Sus días, noches y madrugadas eran dedicados a la programación y a la atención espiritual a los oyentes.
“Melodía celestial”
“Hubo un gran sacrificio por parte de todos los que tenían la misma fe del obispo Macedo, de que por medio de una emisora de radio alcanzaríamos a los sufridos”, cuenta Isis Regina (foto al lado con su esposo, el pastor Mauricio Albuquerque), locutora en ese momento.
Ella guarda buenos recuerdos de cómo se realizaban los programas. “Todo se hacía dirigido hacia las almas para el Reino de Dios. El obispo hasta llevaba pájaros para que canten durante el programa matinal, algo que ofrecía una melodía celestial”.
Con el paso de los años, hubo otras adquisiciones en Brasil. Por ser más accesible la población en general y las comunidades más alejadas de los grandes centros, especialmente en aquella época, la radio tuvo un papel decisivo en la divulgación de la Palabra de Dios en el país. “Vivía agotado, pero el socorro espiritual que se brindaba en las madrugadas salvó a muchas personas del infierno. No faltan historias de miembros fieles y hasta de pastores de la Iglesia Universal rescatados del sufrimiento por la Radio Copacabana”, agrega el obispo Macedo.
“Queremos implantar el bendito nombre de Su Hijo en los corazones de los oyentes más distantes”
En julio de 1984, una de las publicaciones de la Iglesia Universal, firmada por el propio obispo Macedo, anunciaba: “¡La Radio Copacabana es nuestra!” El titulo hacía referencia a el camino conmemorativo de la conquista de la Copa del Mundo en 1958, por la selección brasileña de fútbol. Lea a continuación el fragmento del texto:
“Fueron muchas las oraciones, suplicas y ayunos. Vivimos confiados momentos de expectativa. ¡No desistimos! ¡No desanimamos! ¡Ni por un momento nos debilitamos!
Y, firmes, continuamos caminando, paso a paso junto a Él, confiando que alcanzaríamos el objetivo soñado: la compra de una emisora de radio, donde pudiéramos diariamente ejercitar nuestra fe en la Obra del Señor.
Queremos implantar el bendito nombre de Su Hijo en los corazones de los oyentes más distantes. ¡Y el bondadoso Dios oyó y atendió nuestras oraciones y concedió a la Iglesia Universal el privilegio y la gracia de ver el sueño de todos realizado!”
Para eso, estamos esforzándonos, inclusive extendiendo nuestra jornada de trabajo. Todos los miembros, los pastores y el equipo de trabajo de la radio están unidos, colaborando, con cada uno indistintamente, de su porcentaje de colaboración.”
¡La Radio Copacabana es nuestra!
Y a través de Radio Copacabana, ahora de la Universal, al servicio de la Palabra de Dios, la voz del joven pastor Edir Macedo hizo eco en los corazones de los oprimidos, enfermos y afligidos. Era el comienzo de un horario especial en la radio.
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