“En el último y gran día de la fiesta, Jesús Se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba” (Juan 7:37).
Cuando alguien tiene sed ¿qué busca? ¡Agua! Y la busca de manera desesperada. Es así como el Señor Jesús invita a los que quieren entregarse a Él. ¡Debe tener sed de tener a Jesús en su vida! Porque cuando uno tiene sed hace cualquier cosa para encontrar agua.
“El que cree en Mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva” (Juan 7:38).
Como dice la Escritura… es decir, como dice la Biblia. Muchos dicen: “Yo creo en Dios a mi manera”. Están equivocados, ¡debe ser como dice la Biblia! Tienen que estar dispuestos a obedecer la Palabra del Señor Jesús para que venga sobre ellos ese Río de Agua Viva que es el Espíritu Santo.
“Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en Él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado” (Juan 7:39).
El Señor Jesús es Quien bautiza con el Espíritu Santo. Hay que creer en Él, aceptarlo y entregarle toda la vida.
Juan Bautista dijo: “… el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego” (Mateo 3:11).
Cuando la persona viene a Jesús, acepta obedecer Su Palabra, Él la bautiza con el Espíritu Santo y en su interior comienzan a correr Ríos de Agua Viva. Si se convierte en esa fuente, nunca más habrá tristeza en su vida sino alegría para saciar la sed de muchos.
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