Gustavo García: “A los 18 años mi novia quedó embarazada, fue duro, aprendí a ser padre. Lo único que teníamos era una cama y un bolsón de ropa. Nacieron mis gemelas y, con tres hijos, los gastos se hicieron imposibles de afrontar. Conseguí un trabajo, pero lo perdí. Me atrasé en los alquileres y fuimos a vivir a una casilla. A veces, los vecinos nos pasaban platos de comida.
Empezaron los problemas en mi matrimonio. Yo llegaba tarde para que mis hijos no escucharan las peleas, estaba enfermo de los celos, tuve que separarme. Una de mis hijas adelgazó mucho y la otra se despertaba a los gritos porque veía a un hombre de negro en la puerta. Los vidrios estallaban solos y se rompían los espejos. Ya había decidido que, cuando mis hijos tuvieran cierta edad, me iba a tirar debajo de un tren; no aceptaba haberlos traído a la vida para hacerlos sufrir. Mi señora escuchó en la radio un testimonio de una persona que había pasado por lo mismo que nosotros. Ella hizo las Cadenas de oración y salimos adelante. Conseguí trabajo, logré una vida estable, mi matrimonio está bendecido y mis hijos sanos. Soy feliz, mi vida es totalmente distinta a la que tenía antes de conocer a Jesús”.
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