En la Biblia, el apóstol Santiago tocó un asunto que aún es muy actual. Vea los siguientes versículos:
“¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.” Santiago 4:1-4
Los que dicen ser cristianos deberían mantener la unión y la paz en sus relaciones, de la misma forma que orienta la Palabra de Dios. Pero, desafortunadamente, muchos terminan por dejar las enseñanzas de lado y practican todo lo contrario. En realidad, es muy común entre los cristianos ver contiendas, divisiones y disputas por conquistas materiales. Y eso, no solo perjudica la fe de la persona, sino a todo el cuerpo de la iglesia.
“Muchas personas son cristianas, pero siguen atadas. Porque cuando tienen la intención de vivir una vida abundante es para satisfacerse a sí mismas, por envidia y no para la gloria de Dios. Entran en conflicto consigo mismas y debilitan su propia fe. Esa ganancia ha llevado a muchos a perder la Salvación”, explica el obispo Edir Macedo.
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