Uno de los mayores placeres del ser humano es comer, pero muchas personas lo hacen de manera descontrolada y sufren un desequilibrio en la alimentación. Las razones de ese problema pueden ser varias como, por ejemplo: un desorden alimentario, una manera de compensar la soledad o la sensación de sentirse incompletos en alguna área de la vida, determinados problemas psicológicos o físicos.
Como resultado aparecen enfermedades relacionadas al aumento del colesterol, la diabetes, los problemas cardíacos y respiratorios, la obesidad, entre otros. Esta última, incluso, ya se considera uno de los mayores problemas de salud pública en el mundo.
Se estima que, en el 2025, aproximadamente 2,3 billones de adultos tendrán sobrepeso y más de 700 millones, serán obesos. El número de niños con sobrepeso en el mundo podría acercarse a los 75 millones, en el caso de que no se tomen medidas.
Efectos en el alma
Comer descontroladamente genera una serie de problemas. No es en vano que la Biblia, hace miles de años, ya haya advertido sobre la necesidad de ser moderado en todo (lea Eclesiastés 7:16-17), incluso al comer.
Además, la glotonería es considerada una de las obras de la carne y “… los que practican tales cosas no heredarán el Reino de Dios.” (Gálatas 5:21). Por lo tanto, es algo que también pone en riesgo la Salvación.
Por otro lado, el equilibrio (o dominio propio) es un fruto del Espíritu Santo, que está en los que le entregaron sus vidas al Señor Jesús y buscaron ese bautismo con todas las fuerzas (lea Gálatas 5:19-23).
Solo con el Espíritu Santo podemos vencer las obras de la carne y mantenernos firmes en el camino de la fe.