“Estas son las generaciones de Noé:
Noé era un hombre justo, perfecto entre sus contemporáneos. Noé siempre andaba con Dios.” (Génesis 6:9)
La generación de Noé era corrupta. Tanto, que Dios había decidido acabar con la Tierra. Pero Dios encontró en Noé a un hombre justo y por causa de él volvió atrás en Su decisión.
Hoy vivimos en un mundo injusto y sucio. Que Dios encuentre en nosotros lo mismo que encontró en Noé, para que a través de nosotros pueda salvar a muchas personas.
Noé era justo
Justa es la persona que vive en la justicia, que tiene sed y hambre de justicia. Es la persona cuya conducta es leal.
Noé era perfecto
No es que no tuviera pecados. La Biblia dice que “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros.” Pero Noé era íntegro, hacía lo que era correcto, vivía en la integridad.
Noé siempre andaba con Dios
Andar con Dios no es tener un crucifijo colgado en el cuello o una imagen en la billetera. Es andar en Espíritu, en sintonía con Sus pensamientos. Es andar en la fe, que es el canal que comunica al hombre con Dios.
Dios encontró a Noé y quiere encontrar hoy a personas a través de las cuales pueda salvar a muchas otras. A veces esas personas serán tildadas de bobas, perseguidas, calumniadas, humilladas. ¡Gracias a Dios por eso!
“Bienaventurados sois cuando por Mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.” (Mateo 5:11-12)
Dios salvó a la familia de Noé porque lo encontró justo. Noé hizo la diferencia en su generación, y nosotros también podemos hacerla si somos como Noé.
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