Los malos hábitos alimentarios, la falta de ejercicio físico y los excesos, por ejemplo, contribuyen al deterioro de la salud. De esta manera, el ser humano se vuelve más propenso a contraer enfermedades y a tener una mala calidad de vida.
De acuerdo con una investigación realizada por la Universidad de Sussex, en Inglaterra, las personas que comen frecuentemente mientras miran la televisión son más vulnerables a tener obesidad. Esto sucede porque, cuando el individuo está distraído con alguna actividad e ingiere alimentos, su cerebro no logra percibir los nutrientes y, como consecuencia, no le advierte al cuerpo que está saciado.
El sedentarismo, por otra parte, es uno de los hábitos que más influye en la salud del corazón. Según un estudio publicado en la revista científica Annals of Internal Medicine, las personas que están muchas horas sentadas corren el riesgo de desarrollar alguna patología cardíaca. “El corazón es un músculo, y como cualquier otro, necesita ejercicio físico para mantenerse en forma”, indica la cardióloga americana Jennifer Haythe.
Sería imposible hablar de todos los factores que pueden provocar problemas en su salud y que se pueden prevenir. Sepa que Dios creó su cuerpo para habitar en él, para que usted sea Su templo. Sin embargo, ¿cómo podrá habitarlo si usted no lo valora y no lo cuida?
¡Cuídese!
Dios quiere darle el Espíritu Santo, pero usted debe cuidar su salud, ser un templo agradable para la presencia del Señor.
Si usted reconoce que sus malos hábitos, además de dañar su cuerpo, desagradan a Dios, opte por cambiar. De esa manera, se convertirá en un instrumento en las manos del Señor para glorificarlo.