Todas las personas que realizaron algo grande en la vida y que, además, generaron un impacto positivo en la existencia de otras personas, primero, tuvieron que ampliar sus metas a una escala más grande para que después pudieran ejecutarlas.
En la historia de la humanidad, hubo muchos individuos que creyeron firmemente en sus ideas y que, al llevarlas a cabo, pudieron conquistar cosas inimaginables. Sin embargo, no tenían a Dios de su lado, y estuvieron a la deriva del mal. Algunos, por ejemplo, sufrieron en el amor, otros, en cambio, padecieron enfermedades o murieron en el abandono absoluto. En otras palabras, tuvieron visión para alcanzar el éxito de este mundo, pero no tuvieron la visión espiritual.
Por lo tanto, lo que hace que el ser humano sea un verdadero conquistador es tener los pensamientos de lo Alto, y la única manera de obtenerlos es mediante la reflexión y la obediencia a la Santa Palabra de Dios. Porque, cuando la persona absorbe lo que está escrito en la Biblia y lo pone en práctica, crea una sintonía con Dios y su fe empieza a surtir efecto.
Lea detenidamente el siguiente versículo:
“Mas el que bebiere de agua que Yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que Yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.” Juan 4:14.
De adentro hacia afuera
Si usted cambia su manera de pensar, “bebe” las enseñanzas de Dios y las aplica en su vida, se convertirá en una fuente de bendición para sí mismo y para otras personas, de manera que nada le faltará. Usted verá más allá de lo que sus ojos pueden ver y logrará ampliar su visión de acuerdo con los pensamientos de Dios. Haga la prueba y vea cómo lo imposible sucederá por medio de su fe.