Muchas personas, al ser engañadas por sus emociones, terminan tomando malas decisiones y sufriendo diversos problemas.
En algunos casos, por ejemplo, son tentadas a comer de más para tratar de apaciguar la angustia y la ansiedad que las adversidades les generan. Sin embargo, este mal hábito podría acarrear serias complicaciones a su salud física.
Por otro lado, algunas recurren a las distracciones que los programas de televisión y las redes sociales les ofrecen para huir u olvidarse, aunque sea por un instante, de sus problemas. Pero el sentimiento de bienestar que producen estas “válvulas de escape” tiene fecha de vencimiento.
Así como estos, hay muchos otros ejemplos de lo que pueden causar las decisiones tomadas bajo la influencia de las emociones. Estos tipos de conducta, además de ser irracionales, les traen una infinidad de consecuencias negativas a las personas, y lo peor es que, si no se dan cuenta, se convertirán en víctimas de sus propios impulsos.
¡Analícese!
Reflexione sobre cuáles han sido sus últimas decisiones y cuáles han sido las consecuencias. Si usted nota que sus actitudes han sido tomadas por impulso y hoy está sufriendo, es momento de cambiar.
Permita que el Espíritu Santo le muestre lo que debe hacer y decida que, de ahora en más, sus decisiones responderán únicamente a la razón.
“Todo hombre prudente procede con sabiduría; mas el necio manifestará necedad.” Proverbios 13:16