Conocer la Biblia es muy importane para todos nosotros, especialmente en los momentos más difíciles de nuestra vida, porque Dios habla con nosotros por medio de Su Palabra. El Espíritu Santo nos conduce, nos orienta, y cuando pasamos por tribulaciones, Él nos hace recordar lo que está escrito en la Biblia, una Palabra de Dios que nos conforte. Pero solo la recordaremos si la conocemos.
Por eso, elaboramos un plan para que usted lea la Biblia en 1 año. Si usted todavía no comenzó, haga clic aquí y empiece ahora, no lo deje para mañana. Usted verá cómo se transformará su vida.
Si usted ya está en este propósito, acompañe la lectura de hoy:
Deuteronomio 33
1 Esta es la bendición con la que Moisés, hombre de Dios, bendijo a los hijos de Israel antes de morir.
2 Dijo: El Señor vino del Sinaí y les esclareció desde Seir; resplandeció desde el monte Parán, y vino de en medio de diez millares de santos; a su diestra había fulgor centellante para ellos.
3 En verdad, El ama al pueblo; todos tus santos están en tu mano, y siguen en tus pasos; todos reciben de tus palabras.
4 Una ley nos prescribió Moisés, una herencia para la asamblea de Jacob.
5 El era rey en Jesurún, cuando se reunieron los jefes del pueblo, juntamente con las tribus de Israel.
6 Viva Rubén, y no muera, y no sean pocos sus hombres.
7 En cuanto a Judá, esto dijo: Escucha, oh Señor, la voz de Judá, y tráelo a su pueblo. Con sus manos luchó por ellos; sé tú su ayuda contra sus adversarios.
8 Y de Leví dijo: Tu Tumim y tu Urim sean para tu varón santo, a quien pusiste a prueba en Masah, con quien luchaste en las aguas de Meriba;
9 el que dijo de su padre y de su madre: “No los conozco”; y no reconoció a sus hermanos, ni consideró a sus propios hijos, porque obedecieron tu palabra, y guardaron tu pacto.
10 Ellos enseñarán tus ordenanzas a Jacob y tu ley a Israel. Pondrán incienso delante de ti, y holocaustos perfectos sobre tu altar.
11 Bendice, oh Señor, sus esfuerzos, y acepta la obra de sus manos; quebranta los lomos de los que se levantan contra él y de los que lo odian, para que no se levanten más.
12 De Benjamín, dijo: Habite el amado del Señor en seguridad junto a aquel que le protege todo el día, y entre cuyos hombros mora.
13 Y de José, dijo: Bendita del Señor sea su tierra, con lo mejor de los cielos, con el rocío y con las profundidades que están debajo;
14 con lo mejor de los frutos del sol y con los mejores productos de los meses;
15 con lo mejor de los montes antiguos y con lo escogido de los collados eternos;
16 con lo mejor de la tierra y cuanto contiene y el favor del que habitaba en la zarza. Descienda la bendición sobre la cabeza de José, y sobre la coronilla del consagrado entre sus hermanos.
17 Su majestad es como la del primogénito del toro, y sus cuernos son los cuernos del búfalo; con ellos empujará a los pueblos, todos juntos, hasta los confines de la tierra. Tales son los diez millares de Efraín, y tales los millares de Manasés.
18 Y de Zabulón, dijo: Alégrate, Zabulón, en tus salidas e Isacar, en tus tiendas.
19 Llamarán a los pueblos al monte; allí ofrecerán sacrificios de justicia, pues disfrutarán de la abundancia de los mares, y de los tesoros escondidos en la arena.
20 Y de Gad, dijo: Bendito el que ensancha a Gad; se echa como león, y desgarra el brazo y también la coronilla.
21 Entonces reservó para sí la primera parte, pues allí la porción de gobernante le estaba reservada. Y él vino con los jefes del pueblo; ejecutó la justicia del Señor, y sus ordenanzas con Israel.
22 Y de Dan, dijo: Dan es cachorro de león que salta desde Basán.
23 Y de Neftalí, dijo: Neftalí, colmado de favores, y lleno de la bendición del Señor, toma posesión del mar y del sur.
24 Y de Aser, dijo: Más bendito que hijos es Aser; sea favorecido por sus hermanos, y moje su pie en aceite.
25 De hierro y de bronce serán tus cerrojos, y tan largo como tus días será tu reposo.
26 Nadie hay como el Dios de Jesurún, que cabalga los cielos para venir en tu ayuda, y las nubes, en su majestad.
27 El eterno Dios es tu refugio, y debajo están los brazos eternos. El echó al enemigo delante de ti, y dijo: “¡Destruye!”
28 Por eso Israel habita confiado, la fuente de Jacob habita separada en una tierra de grano y mosto; sus cielos también destilan rocío.
29 Dichoso tú, Israel. ¿Quién como tú, pueblo salvado por el Señor? El es escudo de tu ayuda, y espada de tu gloria. Tus enemigos simularán someterse ante ti, y tú hollarás sus lugares altos.
Deuteronomio 34
1 Y subió Moisés desde la llanura de Moab al monte Nebo, a la cumbre del Pisga, que está frente a Jericó, y el Señor le mostró toda la tierra: Galaad hasta Dan,
2 todo Neftalí, la tierra de Efraín y de Manasés, toda la tierra de Judá hasta el mar Occidental,
3 el Neguev y la llanura del valle de Jericó, la ciudad de las palmeras, hasta Zoar.
4 Entonces le dijo el Señor: Esta es la tierra que juré dar a Abraham, a Isaac y a Jacob, diciendo: “Yo la daré a tu descendencia”. Te he permitido verla con tus ojos, pero no pasarás a ella.
5 Y allí murió Moisés, siervo del Señor, en la tierra de Moab, conforme a la palabra del Señor.
6 Y El lo enterró en el valle, en la tierra de Moab, frente a Bet-peor; pero nadie sabe hasta hoy el lugar de su sepultura.
7 Aunque Moisés tenía ciento veinte años cuando murió, no se habían apagado sus ojos, ni había perdido su vigor.
8 Y los hijos de Israel lloraron a Moisés por treinta días en la llanura de Moab; así se cumplieron los días de llanto y duelo por Moisés.
9 Y Josué, hijo de Nun, estaba lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés había puesto sus manos sobre él; y los hijos de Israel le escucharon e hicieron tal como el Señor había mandado a Moisés.
10 Desde entonces no ha vuelto a surgir en Israel un profeta como Moisés, a quien el Señor conocía cara a cara,
11 nadie como él por todas las señales y prodigios que el Señor le mandó hacer en la tierra de Egipto, contra Faraón, contra todos sus siervos y contra toda su tierra,
12 y por la mano poderosa y por todos los hechos grandiosos y terribles que Moisés realizó ante los ojos de todo Israel.
Salmos 119:145-176
Cof.
145 He clamado con todo mi corazón; ¡respóndeme, Señor! Guardaré tus estatutos.
146 A ti clamé; sálvame, y guardaré tus testimonios.
147 Me anticipo al alba y clamo; en tus palabras espero.
148 Mis ojos se anticipan a las vigilias de la noche, para meditar en tu palabra.
149 Oye mi voz conforme a tu misericordia; vivifícame, oh Señor, conforme a tus ordenanzas.
150 Se me acercan los que siguen la maldad; lejos están de tu ley.
151 Tú estás cerca, Señor, y todos tus mandamientos son verdad.
152 Desde hace tiempo he sabido de tus testimonios, que para siempre los has fundado.
Resh.
153 Mira mi aflicción y líbrame, porque no me olvido de tu ley.
154 Defiende mi causa y redímeme; vivifícame conforme a tu palabra.
155 Lejos está de los impíos la salvación, porque no buscan tus estatutos.
156 Muchas son, oh Señor, tus misericordias; vivifícame conforme a tus ordenanzas.
157 Muchos son mis perseguidores y mis adversarios, pero yo no me aparto de tus testimonios.
158 Veo a los pérfidos y me repugnan, porque no guardan tu palabra.
159 Mira cuánto amo tus preceptos; vivifícame, Señor, conforme a tu misericordia.
160 La suma de tu palabra es verdad, y cada una de tus justas ordenanzas es eterna.
Sin.
161 Príncipes me persiguen sin causa, pero mi corazón teme tus palabras.
162 Me regocijo en tu palabra, como quien halla un gran botín.
163 Aborrezco y desprecio la mentira, pero amo tu ley.
164 Siete veces al día te alabo, a causa de tus justas ordenanzas.
165 Mucha paz tienen los que aman tu ley, y nada los hace tropezar.
166 Espero tu salvación, Señor, y cumplo tus mandamientos.
167 Mi alma guarda tus testimonios, y en gran manera los amo.
168 Guardo tus preceptos y tus testimonios, porque todos mis caminos están delante de ti.
Tau.
169 Llegue mi clamor ante ti, Señor; conforme a tu palabra dame entendimiento.
170 Llegue mi súplica delante de ti; líbrame conforme a tu palabra.
171 Profieran mis labios alabanzas, pues tú me enseñas tus estatutos.
172 Que cante mi lengua de tu palabra, porque todos tus mandamientos son justicia.
173 Pronta esté tu mano a socorrerme, porque tus preceptos he escogido.
174 Anhelo tu salvación, Señor, y tu ley es mi deleite.
175 Viva mi alma para alabarte, y que tus ordenanzas me ayuden.
176 Me he descarriado como oveja perdida; busca a tu siervo, porque no me olvido de tus mandamientos.
Isaías 60
1 Levántate, resplandece, porque ha llegado tu luz y la gloria del Señor ha amanecido sobre ti.
2 Porque he aquí, tinieblas cubrirán la tierra y densa oscuridad los pueblos; pero sobre ti amanecerá el Señor, y sobre ti aparecerá su gloria.
3 Y acudirán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu amanecer.
4 Levanta tus ojos en derredor y mira: todos se reúnen, vienen a ti; tus hijos vendrán de lejos, y tus hijas serán llevadas en brazos.
5 Entonces lo verás y resplandecerás, y se estremecerá y se regocijará tu corazón, porque vendrá sobre ti la abundancia del mar, las riquezas de las naciones vendrán a ti.
6 Una multitud de camellos te cubrirá, camellos jóvenes de Madián y de Efa; todos los de Sabá vendrán, traerán oro e incienso, y traerán buenas nuevas de las alabanzas del Señor.
7 Todos los rebaños de Cedar serán reunidos para ti, los carneros de Nebaiot estarán a tu servicio; subirán como ofrenda agradable sobre mi altar, y yo glorificaré la casa de mi gloria.
8 ¿Quiénes son éstos que vuelan como nubes,y como palomas a sus ventanas?
9 Ciertamente las costas me esperarán, y las naves de Tarsis vendrán primero, para traer a tus hijos de lejos, y su plata y su oro con ellos, por el nombre del Señor tu Dios, y por el Santo de Israel que El te ha glorificado.
10 Extranjeros edificarán tus murallas, y sus reyes te servirán; porque en mi furor te herí, pero en mi benevolencia he tenido compasión de ti.
11 Tus puertas estarán abiertas de continuo; ni de día ni de noche se cerrarán, para que te traigan las riquezas de las naciones, con sus reyes llevados en procesión.
12 Porque la nación y el reino que no te sirvan, perecerán, y esas naciones serán ciertamente destruidas.
13 La gloria del Líbano vendrá a ti, el ciprés, el olmo y el boj a una, para hermosear el lugar de mi santuario; y yo haré glorioso el lugar de mis pies.
14 Vendrán a ti humillados los hijos de los que te afligieron, se postrarán a las plantas de tus pies todos los que te despreciaban, y te llamarán Ciudad del Señor, Sion del Santo de Israel.
15 Por cuanto tú estabas abandonada y aborrecida, sin que nadie pasara por ti, haré de ti gloria eterna, gozo de generación en generación.
16 Y mamarás la leche de las naciones, al pecho de los reyes mamarás; entonces sabrás que yo, el Señor, soy tu Salvador y tu Redentor, el Poderoso de Jacob.
17 En vez de bronce, traeré oro, en vez de hierro, traeré plata, en vez de madera, bronce, y en vez de piedras, hierro. Pondré como tus administradores la paz, y como tus gobernantes la justicia.
18 No se oirá hablar más de violencia en tu tierra, ni de desolación, ni de destrucción dentro de tus límites; sino que llamarás a tus murallas salvación y a tus puertas alabanza.
19 Ya el sol no será para ti luz del día, ni el resplandor de la luna te alumbrará; sino que tendrás al Señor por luz eterna, y a tu Dios por tu gloria.
20 Nunca más se pondrá tu sol, ni menguará tu luna, porque tendrás al Señor por luz eterna, y se habrán acabado los días de tu luto.
21 Entonces todos los de tu pueblo serán justos; para siempre poseerán la tierra, vástago de mi plantío, obra de mis manos, para que yo me glorifique.
22 El más pequeño llegará a ser un millar, y el más insignificante una nación poderosa. Yo, el Señor, a su tiempo lo apresuraré.
Acompañe la lectura del 178° día ingresando aquí.
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