“Que el justo me castigue, será un favor, y que me reprenda será un excelente bálsamo que no me herirá la cabeza; pero mi oración será continuamente contra las maldades de aquéllos”. Salmos 141:5
David podía ser reprendido, como lo fue por el profeta Natán cuando pecó, pero solo no quería perder la Presencia de Dios, conforme dice:
Por tanto, a Ti, oh Señor, miran mis ojos; en Ti he confiado; no desampares mi alma. Salmos 141:8
David sabía que, sin la Presencia de Dios, su alma estaba desamparada, sin cobertura, sin protección, sin paz. De la misma forma, muchas personas están deprimidas, angustiadas, ansiosas, sin placer por la vida…
¡Y todo esto sucede porque el alma está desamparada!