Maxi se encontraba hundido en las adicciones desde su adolescencia. Su madre recuerda: “mi hijo estaba deprimido y destruido. Esa situación era muy triste. Pero en esta reunión experimenté lo que es el poder de Dios a través de la fe y la perseverancia”.
“Estuve en los vicios desde los 12 años”, relata él y agrega: “me involucré en el alcohol, la marihuana y la pasta base para escapar de los problemas que había en mi casa. Perdí todo. Los viernes cobraba, pero a la noche me iba a los boliches y gastaba el salario en los vicios. El sábado me endeudaba para poder salir de nuevo. Después comencé a hacer lo mismo durante la semana. Veía a mis padres sufriendo, pero no podía salir de esa situación”.
“Muchas veces, de repente, sentía el gusto a alcohol o cocaína en la boca. Entonces, tenía que dejar de hacer lo que estaba haciendo para ir a consumir. El vicio me esclavizó por completo en todas las áreas de mi vida”, asegura Maxi.
Sin embargo, su historia cambió y su presente es distinto. “Ahora, gracias a Dios, tengo otra identidad. Mi mamá luchó mucho por mí. Por eso, hoy estoy contando mi testimonio, porque he pasado por situaciones peligrosas, como entrar a la villa a las 3 de la madrugada”.
En tanto, su esposa señala: “estuvimos siete años sufriendo hasta que se abrió una puerta: la oportunidad de venir a esta reunión. Yo me iba a separar porque no aguantaba más la situación, pero gracias a Dios que nos dio la oportunidad y a mi suegra que manifestó su fe por nosotros. Hoy nuestra vida cambió por completo”.
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