¡Buenos días, obispo!
Durante la reunión de pastores, el Espíritu Santo me hizo recordar un video de una orquesta, mostrando que la Obra de Dios funciona de la misma manera.
Todos tenemos que tocar la misma melodía, al mismo ritmo, en el mismo tono. Siguiendo solo a uno: al Espírito Santo, ¡que es el Maestro de esta orquesta!
Si uno de estos músicos comete un error o toca algo diferente, ¡perjudicará a toda la orquesta!
Qué maravilloso es formar parte de esta orquesta, aunque sea para tocar un pequeño instrumento. ¡Qué glorioso es formar parte de esta orquesta, en la cual todos somos importantes!
Nuestro trabajo depende de la obediencia al Espíritu Santo. Sin embargo, cuando una persona no sigue la visión de la Palabra de Dios, tiene algún problema y también causa problemas.
La iglesia es una orquesta, nosotros somos los músicos. Por eso, ¡no puede haber conflictos entre los músicos de esta orquesta!
“Y que el Dios de la paciencia y del consuelo os conceda tener el mismo sentir los unos para con los otros conforme a Cristo Jesús, para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. Por tanto, aceptaos los unos a los otros, como también Cristo nos aceptó para gloria de Dios”. Romanos 15: 5-7