“Y dijo Dios: Hagamos al hombre a Nuestra imagen, conforme a Nuestra semejanza (primero el hombre debió tener la imagen de Dios, hoy, el Espíritu Santo, solo después estaría apto para conquistar y multiplicar); y ejerza dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados, sobre toda la tierra, y sobre todo reptil que se arrastra sobre la tierra.” Génesis 1:26
Así queda claro que, cuanto más tiene el ser humano, más miserable es.
Pues nada puede llenar el vacío que paso a existir después de que el hombre desobedeció.
Solamente el Espíritu Santo puede traer de vuelta la imagen y semejanza de Dios dentro de aquel que se encuentra postrado.
Quien tiene el Espíritu Santo lo tiene todo, y no es dominado por nada en este mundo.