Usted ora, ayuna y hace pedidos a Dios. Pero, inesperadamente, se ve delante de una situación negativa. Siempre siguió lo que está escrito en Su Palabra, es diezmista y ofrendante, sin embargo, está pasando por un momento de injusticia del cual solo Dios puede socorrerlo. ¿Qué debe hacer? La respuesta es simple: llamar Su atención, materializando su fe de manera que Lo sorprenda. Esa es la locura de la fe.
Por supuesto que las oraciones, los ayunos y las cadenas realizadas son sus aliadas para que conquiste aquello que desea, pero la manifestación de la fe extraordinaria es la que hace con que las bendiciones consideradas imposibles le sean concedidas. Usted hace su parte al llamar la atención de Dios y Él, a su vez, le responde.
Pero hay un requisito a seguir para realizar una locura de fe: escuchar la voz de Dios es obedecerla. Para eso, es necesario tomar una actitud siguiendo la dirección que Él mismo le dio. De esa forma, usted expresa su fe de manera consciente, con la convicción de que Dios va a manifestar Su poder.
Se trata de un acto consciente para usted, pero para quien no lo practica, es considerado insano. Por eso, el Espíritu Santo, a través del apóstol Pablo, dejó escrito que “la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios.” (1 Corintios 1:18)
El resultado de la locura de la fe es tan cierto que Dios lo dejó ejemplificado en varios pasajes de la historia de la humanidad. Moisés, por ejemplo, extendió un cayado delante del Mar Rojo para que se abriera y todo el pueblo de Israel pudiera atravesarlo, conforme lo había ordenado Dios. En otro momento, lo usó para extraer agua de la roca. Por cierto, él también fue considerado loco delante del mundo por abandonar el trono de Egipto, cuando era príncipe, para someterse a vivir la fe de sus padres.
Otros relatos bíblicos muestran como la locura de la fe siempre estuvo asociada a la manifestación del poder de Dios. Josué, que tenía una fe audaz, ordenó que el sol y la luna se detengan por casi un día. Jacob luchó con un ángel, un ser celestial, para no perder la bendición que Dios le había concedido. ¿Y qué podemos decir del Señor Jesús, que habló con una higuera, lanzando sobre ella una maldición para que no produjera más frutos? ¿o cuando reprendió vientos y tempestades? Estas actitudes, por ejemplo, eran consideradas locas por quien no vivía la misma fe que la de ellos, incluso entre aquellos que los seguían.
La fe sobrenatural
Todas estas actitudes “locas” no tuvieron explicaciones racionales para que se realicen. Solo la certeza absoluta del cumplimiento de las promesas de Dios.
Abraham dejó su casa y familia para ir a un lugar desconocido y sacrificar a su hijo, atendiendo el pedido de Dios. Él solo quería obedecerlo y, por eso, no buscó razones para hacerlo. Además, si se quedaba pensando, jamás lo haría. La demostración de que era capaz de hacer cualquier locura para probar su fe, agradó a Dios.
En el Templo de Salomón, el obispo Clodomir Santos afirmó que la locura de la fe nunca está asociada a una fe religiosa, sino a una fe sobrenatural. “La fe natural, religiosa, es ilusoria, engañosa. Ella no sustenta, no sostiene, no protege, y ha hecho que muchas personas se decepcionen por no ver resultados. Sin embargo, la fe que viene de la Palabra de Dios es la fe sobrenatural, inteligente, que sacrifica. Es la que prepara a la persona para enfrentar las tribulaciones y vencer”, resaltó.
Él destacó que Dios permite que algunas situaciones difíciles sucedan justamente para que los cristianos no se apoyen en esa fe religiosa, sino que tomen actitudes para llamar la atención de Dios. “Cuando Abraham recibió la revelación de la fe sobrenatural, fue a la montaña y armó su tienda, Dios permitió que tuviera hambre para que él manifestase su fe. Dios permite que enfrentemos dificultades justamente para vencer aquel problema y Su nombre sea glorificado. Lo que Él considera es esa fe, no nuestros motivos”, alegó.
Así como sucedió con Abraham y con los demás héroes bíblicos, la fe sobrenatural hace que la persona crea que todo lo que Dios prometió se cumplirá por completo, independientemente de las circunstancias. Pero, para que eso suceda, es necesario no seguir la propia voluntad. “Tenga consciencia: si la promesa todavía no se cumplió es porque las condiciones presentadas por Dios para el cumplimiento de ella todavía no fueron atendidas por usted. ¿Dios necesita que haga un voto para que Él me atienda? No. Pero yo lo necesito. ¿Por qué? Porque tengo que obedecer. Tengo que materializar mi fe, probarla, así como está escrito que la fe sin obras es muerta (Santiago 2:20). Yo necesito obrar mi fe para tener la certeza de que lo que está escrito se va a cumplir”, concluye.
Sepa más sobre esos y otros temas espirituales en la Noche de la Salvación, que se realiza todos los miércoles a las 20h, en la Universal de Almagro, Av. Corrientes 4070 o ingrese aquí para consultar la dirección de una iglesia más cercana a usted.
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