“Se destrabó un juicio y conseguí mi casa propia”
Cristian: “Llegué sin empleo, con un juicio trabado y con las deudas que se empezaban a acumular. Había dejado de alquilar y me había ido a vivir a la casa de mi suegra. Estuve desempleado por un año y medio, dependía del trabajo de mi esposa. Así llegué.
Empecé a participar en las reuniones, hice un pacto con la Palabra y las puertas laborales se me abrieron. Surgieron trabajos buenos que hoy me permiten trabajar menos y estar bien económicamente. Después de tres años y medio, se destrabó el juicio, conseguí mi casa propia y compré un terreno en una zona de quintas. Vale la pena hacer el pacto”.
Pasaba hambre, pero hoy tiene un emprendimiento
Soledad: “Yo estaba mal en todas las áreas, principalmente en la económica. No teníamos para comer en mi casa. Todos los días comíamos fideos hervidos, no teníamos para comprar carne ni verdura. Después, nació mi nena y fue peor. Yo trabajaba, pero no me alcanzaba ni para comprar una caja de leche. Cuando llegué a la iglesia, hice un pacto con la Palabra, Le pedí a Dios un trabajo y, por la tarde, una señora fue a mi casa a ofrecerme un empleo.
Participando en las reuniones, Dios abrió mi visión y empecé un emprendimiento. En el primer mes, vendí treinta tortas. Yo misma me sorprendía. Vale la pena venir”.
“Pagué las deudas y dejé de vivir de la caridad”
Alberto: “Llegué destruido, con la vida económica atada, con muchas deudas, no llegaba a fin de mes, vivía prácticamente de la caridad de mis amigos y familiares. Muchas veces no tenía para pagar el alquiler. Esto me llevó a la depresión y a tomar bebidas alcohólicas. Aun teniendo estudios, no duraba en los empleos. Me echaban o yo me iba. Nunca culminaba lo que emprendía. Pero hice un pacto con la Palabra y, de a poco, comencé a ver los cambios, logré pagar las deudas y dejé de vivir de la caridad. Ahora tengo dos empleos y finalicé el proyecto de un emprendimiento. Puedo vivir con tranquilidad, gracias a Dios”.
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