Dios tiene su Propio Espejo, que es Su Palabra, y refleja nuestra verdadera condición espiritual, Ella refleja quiénes somos realmente y nos da la oportunidad de mejorar lo que no está bien, no oculta lo que somos, y nos ayuda a mejorar porque nos muestra nuestros errores.
Así como Dios tiene Su Espejo, es importante que entienda que el diablo les presenta seis espejos a las personas, tanto a las que están en la iglesia como a las que están afuera.
Las noticias no siempre son verdaderas; algunas realmente están comprobadas, pero muchas son fake news (noticias falsas). Entonces, es necesario que tengamos mucho cuidado y que seamos conscientes de que nosotros, que somos de Dios, no dependemos ni vivimos de las noticias, sino de la fe.
Muchas noticias han dejado vulnerables y desequilibradas a las personas, porque las escuchan sin filtrar las que son importantes de las que no lo son. Además de conocer la fuente, debemos saber qué sumará positivamente en nuestra vida o no. Hay noticias que educan y otras que no, que solo consumen nuestro tiempo, nuestra energía y nuestra mente. Por eso, nos corresponde a nosotros descartarlas.
Espejo de las redes sociales:
Las redes sociales se deben usar con equilibrio, de forma que no pongan en riesgo nuestra vida ni la de nuestros familiares. Las personas que se reflejan en las redes sociales son infantiles y carnales, por lo tanto, úselas con sabiduría y discernimiento.
Espejo de la moda:
El que se preocupa demasiado por andar a la moda, despierta la vanidad en su interior y se vuelve una piedra de tropiezo para otras personas y para sí mismo.
La moda la dictan personas que tienen el interés de vender, ¡es un comercio! ¡Tenga cuidado! Busque reflejarse en la Palabra de Dios, que nos enseña a comportarnos en todos los sentidos.
Espejo de la televisión:
¿La mayoría del contenido que la televisión transmite produce fe o duda; humildad u orgullo? Reflexione. ¿Cuánto tiempo pierde frente a la televisión?
Entonces, apague el televisor y aprenda a quedarse en silencio. El ser humano huye del silencio. Cuando una persona llega a su casa, lo primero que hace es prender la televisión. Al entrar al auto, lo primero que hace es prender la radio. Al tomar el transporte público, se pone los auriculares. Cuando subimos al colectivo o al vagón de un tren, vemos que, aunque todos están en el mismo lugar, cada uno está en un mundo diferente, pero huyendo de algo en común, el silencio.
No obstante, Dios habla en el silencio. El Altísimo le permite enfrentar un desierto cuando usted está tan ocupado con pensamientos, sentimientos, situaciones, problemas y planes que no logra escucharlo. En otras palabras, ¡Él permite que usted vaya al desierto para escucharlo!
Espejo de la promiscuidad:
El espejo de la moda, de la televisión y de las redes sociales genera promiscuidad. La forma en que las personas se visten, hablan y proceden transmite sensualidad.
¿Recuerda cómo eran las propagandas de cigarrillo antiguamente? Mostraban a personas bonitas y saludables en la playa o practicando deportes. De la misma manera, hoy se exhiben imágenes que provocan la promiscuidad, un espíritu de sensualidad y comparación.
Espejo de la vanidad:
La vanidad es la raíz de todos los males. Lucifer era un ángel lleno de luz, pero dentro de él se encontró iniquidad. Él se consideró superior a los demás ángeles, entonces, lo que estaba lleno de luz se llenó de tinieblas; lo que era perfecto se volvió imperfecto; lo que era santo se volvió profano; y el que era un ángel de Dios se volvió Satanás.
La verdad libera
«Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, hay libertad.» 2 Corintios 3:17
Esta libertad no se trata de libertinaje, sino de libertad en el Espíritu. La acusación y la condenación dejan de existir en la persona, porque Dios la perdonó, la liberó y la transformó, tanto en su interior como en su forma de pensar, hablar, mirar, escuchar, vivir y hacer las cosas. En otras palabras, ¡es libre! Donde está el Espíritu de Dios hay libertad para amar, servir, buscar, orar y obedecer; pero donde no está el Espíritu de Dios no hay libertad, sino opresión, confusión, discusión, división y perturbación.
«Pero nosotros todos, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la Gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de Gloria en Gloria, como por el Señor, el Espíritu.» 2 Corintios 3:18
El que es humilde de espíritu, incluso al sufrir injusticias, maltratos y exclusión, se mantiene humilde de espíritu.
Cuando nos vemos a través de la Palabra de Dios, debemos ver nuestra alma, lo que hay en nuestra mente. La Palabra de Dios revela lo que hay en nuestro corazón, es decir, nuestras intenciones; es un espejo que nos hace libres para poder tener el rostro descubierto y reflejar la gloria del Señor.
Obispo Júlio Freitas