“No lo vas a lograr”, “¿Para qué intentar abrir un negocio o sobresalir en tu carrera si sos una mala persona?”, “¿Realmente estás salvo?”. Estos pensamientos bombardean diariamente la mente de muchos cristianos, pero ¿es normal, a pesar de estar convertido o en el momento en el que está buscando tener más comunión con Dios, ser atacado por esos juicios negativos?
Según el obispo Edir Macedo, sí. Los malos pensamientos vienen a la mente de todos, pero la cuestión es cómo reaccionar ante ellos. “De la ‘nada’ ellos surgen, como moscas buscando aterrizar. Los malos pensamientos provocan dudas, miedo, ansiedad y preocupación. Vienen a forzar actitudes equivocadas. No hay forma de impedir que lleguen, pero hay forma de vomitarlos e impedir que aniden”, observa.
Principalmente cuando la persona está buscando el Espíritu Santo es inundada de pensamientos negativos, de pecado, de dolor y sufrimiento. El obispo Macedo explica que esos pensamientos son diabólicos y actúan en el momento de la búsqueda, justamente para que la persona dude de que puede recibir el Espíritu Santo
Cambie el enfoque
Por eso, es necesario luchar para vencerlos diariamente. “Bien bajito, pero con voz audible, agradezca la presencia de Dios en su vida; alabe la presencia del Espíritu Santo; mencione el nombre del Señor Jesús; en fin, diga palabras que los neutralicen. ¡Pruébelo! Tengo la seguridad de que ellos desaparecerán”, orienta.
El Señor Jesús nos enseña que nuestra guerra no es “… contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo…” Efesios 6:12. Es decir, solo hay uno que no quiere que usted permanezca firme en la fe: el diablo.
La verdad es que él siempre intentará soplar malos pensamientos y hacerlo desistir. Esto solamente es un intento más para impedir que usted avance en la fe. “Ser tentado no es pecado, pecado es caer en tentación. Siempre debe estar atento y vigilar, para responderle a la altura a través del poder de la fe que hay dentro de usted. Cuando ellos surjan, sáquelos con letras de alabanzas. El hecho es que, cuando hablamos o pronunciamos palabras celestiales, los pensamientos infernales no lo soportan. Recuerde: Cuando pronunciamos la Palabra, dirigimos los pensamientos, la alabanza al Señor los fortalece y cambia nuestro enfoque. Llámelo resistencia al diablo: ‘… resistid al diablo, y huirá de vosotros.’ Santiago 4:7”, observa el obispo.
Medite más en la Palabra de Dios
Cuando los pensamientos negativos ganan más espacio que los positivos en su mente, tal vez, sea necesario cuestionar si usted ha estado más en la presencia de Dios o en la del mundo en su día a día.
La matemática es simple: si usted ha frecuentado las reuniones, ha leído diariamente la Palabra de Dios, ha buscado estar en compañía de los que practican la misma fe y, sobre todo, ha tenido actitudes diarias de un verdadero hijo de Dios, las chances de quedar atribulado por los malos pensamientos son menores.
Ahora bien, si usted ha dejado de participar de las reuniones, ha dejado de meditar en la Palabra de Dios, ha estado con personas que no tienen nada que ver con la fe y se ha olvidado de pensar: “¿Qué es lo que Jesús haría?”, antes de tomar decisiones, las chances de que los pensamientos negativos ganen espacio en su mente y en su vida son mayores.
Solo para que tenga una idea, ¿usted sabía que cuantas más malas noticias una persona escuche, mayor es la probabilidad de que se quede triste y continúe escuchando malas noticias? Esa fue la conclusión de una de las investigaciones realizadas por la Universidad de California con 4.165 voluntarios.
En cuanto a esto, el apóstol Pablo dejó un consejo muy sabio: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”, Filipenses 4:8.
Pensamientos de lo Alto
Por eso, el obispo Macedo resalta la importancia de alinear las actitudes y los pensamientos a Dios. “Cuando pienso y practico los pensamientos del Eterno, desprecio ideas, consejos, pensamientos fútiles y vacíos de este mundo y elimino las dudas y el miedo al fracaso. Hay seguridad en mi caminar, con o sin tribulaciones, porque no dependo de lo que siento o dejo de sentir, sino de lo que está escrito. Las promesas del Todopoderoso me garantizan que llegaré al puerto seguro.
Por último, el obispo Macedo también señala que el que sirve a Dios tiene la fuerza para resistir los pensamientos negativos y la Voz de Dios para ser alentado. De esta manera, debe seguir hacia adelante, sin miedo: “Entonces, vaya profundo, sin miedo. Esa batalla con la duda se lleva a cabo en lo íntimo y es justamente allí que se define la victoria. Eso es combatir el buen combate de la fe para tomar posesión, no solo de una vida de calidad, sino, sobre todo, de la vida eterna”.