Ludmila: “Antes de conocer las reuniones de liberación, sufría debido a que tuve problemas en mi casa desde la infancia. Mi casa era un ambiente de mucho maltrato. Cuando crecí, comencé a tener depresión, tristeza y pensamientos de suicidio. Todo eso me hacía sentir un vacío dentro mío y comencé a cortarme los brazos. Estaba nerviosa todo el tiempo y sentía pánico y miedo. Además, sufría de insomnio. Durante tres años estuve en esa situación.
Delante de mis amigos, aparentaba estar bien, pero cuando llegaba a casa, veía los problemas y me encerraba en el baño a llorar y a lastimarme. Busqué ayuda en diferentes lugares, pero solo lograba desahogarme y con el tiempo volvía a sentirme igual. Mi familia no podía ayudarme porque yo me encerraba y no hablaba con nadie.
Llegué a la Iglesia Universal gracias a una invitación de un familiar. Participé de las reuniones de los viernes, perseveré, puse en práctica lo que se hablaba y me liberé de la depresión y de los deseos de suicidio. Empecé a dormir por las noches, a tener paz, de a poco se fueron los malos pensamientos y comencé a tener ganas de vivir. Las personas no entendían qué era lo que me estaba pasando. Hoy, a pesar de las dificultades, tengo gozo y soy feliz”.
Si los problemas no lo dejan en paz y quiere ser libre de los tormentos espirituales, participe de la Reunión de Liberación a las 8 h, 10 h, 12 h, 16 h y 20 h, en la Universal más cerca de su domicilio.
Si usted quiere comunicarse con nosotros, puede hacerlo llamando al (011) 5252-4070.