La Santa Cena es la ceremonia más importante de la iglesia y significa el Cuerpo y la Sangre del Señor Jesús. La Santa Cena es una óptima manera de explicar lo que tiene que suceder en el Altar.
“El que no eximió ni a Su propio Hijo, sino que Lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos concederá también con Él todas las cosas?” Romanos 8:32
Dios descendió en el Altar del Monte Calvario a través de Su Hijo. ¿Usted cree en que Dios no negó ni a Su propio Hijo en favor de todos nosotros? ¿Y cómo entonces Él va a negarnos todas las cosas?
Dios ha entregado a un Hijo y, a través de ese Sacrificio, ha ganado a muchos hijos, porque aquellos que Lo reciben tienen potestad de ser hechos hijos de Dios (Juan 1:12).
La Ofrenda de Dios fue materializada en el cuerpo de Su Hijo en la cruz. Por eso también ofrendamos lo material —para materializar nuestra vida—.
La entrega de Dios fue total; no guardó lo mejor que tenía; Lo entregó por entero.
El Señor Jesús, cuando estaba en la cruz, estaba cargado del pecado de toda la humanidad, y cuando Dios vio a Su Hijo así, todo ensangrentado, Le volvió la espalda, y Jesús entonces Le dijo: “Dios Mío, Dios Mío, ¿por qué Me has desamparado?” (Mateo 27:46).
Dios no escatimó a Su propio Hijo y eso nos dio la oportunidad de tener la vida eterna cuando sacrificamos materializando nuestra fe.
Jesús era Único, y el Padre entregó al Único Hijo que tenía. Así Dios descendió hasta el Altar. Ahora, para encontrarnos con Él, tenemos que subir al Altar. Y subir de la misma manera, con la misma actitud y espíritu, entregando todo de nosotros, la única vida que tenemos, materializada en el sacrificio.
Cuando usted pasa por el Altar debe entregar toda su vida, así como el Señor Jesús entregó toda Su vida en el Monte Calvario, y Dios va a bendecir esa vida. Quien suba así al Altar, encontrará en el Altar todo lo que necesita.
Es eso lo que representa la Santa Cena: la entrega de las dos partes, en una alianza de todo por todo.
Cuando usted participa en la Santa Cena Le está diciendo a Él: “Así como Tú Te entregaste por mí, yo me entrego por Ti”.
“El que come Mi carne y bebe Mi sangre, permanece en Mí y Yo en él” (Juan 6:56).
Esta es la 5ª verdad sobre los hijos de Dios.
¡El hijo de Dios es uno con el Padre!
La Santa Cena nos torna uno con Dios. No puede estar el hijo por un lado y el Padre por otro.
Cuando uno se entrega al Padre, pasa a vivir una sola vida con Él.
Piense en eso.
Dios le bendiga.