El hijo de Dios no vive en el pecado.
“Todo el que permanece en Él no practica el pecado. Todo el que practica el pecado no Lo ha visto ni Lo ha conocido. El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo ha estado pecando desde el principio. El Hijo de Dios fue enviado precisamente para destruir las obras del diablo. Por eso cuando usted se entrega a Jesús y acepta Su sacrificio en la cruz, Él destruye su pecado y, aunque usted haya sido la peor persona de este mundo, es hecho una nueva criatura. Ninguno que haya nacido de Dios practica el pecado, porque la semilla de Dios permanece en él; no puede practicar el pecado, porque ha nacido de Dios. Así distinguimos entre los hijos de Dios y los hijos del diablo…”. 1 Juan 3:6, 8-10
¡Estas palabras son duras! Pero son la más pura verdad sobre los hijos de Dios y los hijos del diablo.
Esta es la razón por la que muchos no reciben el Espíritu Santo: porque aman a sus pecados más que a Dios. Prefieren disfrutar los placeres de su carne antes que obedecer a Dios.
¿Una persona nacida de Dios quiere el mal de su prójimo, engaña a su ser querido, roba, miente? No. Porque el hijo de Dios tiene el ADN de su Padre y vive una vida santa, correcta, obedece Su Palabra.
Usted debe preguntarse si es hijo de Dios, es algo entre usted y el Altísimo. Y es para eso que existe esta Hoguera Santa de los hijos de Dios, para que usted que no lo es pueda serlo.
Todo aquel que es nacido de Dios no vive en la práctica del pecado. Es más, los hijos del diablo maquinan el pecado, lo piensan, pero los hijos de Dios no permanecen en el pecado, porque la Biblia dice que el pecado es lo que hace la separación entre el hombre y Dios.
Muchos siervos de Dios estuvieron un día en la práctica del pecado, pero se arrepintieron y nacieron de nuevo y hoy son hijos de Dios.
Es el pecado lo que nos separa de Dios. Mientras usted no se separe de lo que lo separa de Dios, no será hijo de Él ni recibirá el Espíritu Santo.
Alguien dijo: “Cada Ayuno de Daniel empiezo bien, pero lo rompo después de algunos días. ¿Me puede ayudar?” La respuesta es: cuando el Espíritu Santo sea para usted más importante que lo que le hace romper el ayuno, logrará llegar hasta el final.
DECISIÓN: ¿A quién quiere usted más? ¿Al pecado o a Dios?
Cuando usted se entrega y le confiesa: “Señor, yo hice muchas cosas feas, pero quiero tener una vida limpia”, Él quita los pecados de su vida.
Y no hay nada mejor que apoyar la cabeza en la almohada y no pensar en que alguien va a descubrirlo. Hay mucha gente que no tiene paz y no puede dormir porque su vida no es correcta, pero, si usted tiene una vida limpia, tiene paz y no le tiene miedo a la muerte, porque si la muerte viene, usted está con Jesús.
Piense en eso.
Dios le bendiga.