“Yo vivía alquilando, privándome de comprar cosas y tenía deudas con las tarjetas de crédito. Cada proyecto que tenía fracasaba porque no me alcanzaba el dinero. Trabajaba, pero mi sueldo no rendía. Eso me hacía sentir humillada. Además, me era difícil conseguir otro empleo, tenía trabas en la vida económica. Lo más triste fue cuando tuve problemas de depresión y ya no pude trabajar.
Los proyectos dejaron de estar en primer lugar. Llegué a la Iglesia Universal gracias a una invitación que me hizo un familiar. Empecé a participar de las reuniones de los lunes y mi esposo comenzó a prosperar en su trabajo. De hecho, durante la pandemia no dio abasto. Pudimos comprar una casa, muebles nuevos, empezamos a hacer viajes, salir a comer, me capacité, cosa que
antes no podía, y eso me permitió emprender. Hoy tengo un emprendimiento de ropa y trabajo como coach”.
Acérquese a la reunión del Congreso para el Progreso, una conferencia motivacional que se realiza en todas las Universal del país. Los lunes, a las 8 h, 10 h, 16 h y 20 h.
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