Hay dos tipos de ceguera, la física y la espiritual, que es la peor. Las religiones causan esa ceguera espiritual que provoca muchos de los problemas que hay en el mundo hoy.
Por eso en la Universal no enseñamos religión.
Cuando el Señor Jesús curó a un ciego de nacimiento, los religiosos hicieron una confusión tremenda a causa de la tradición religiosa. Este hombre pertenecía a una sinagoga, y ellos los persiguieron a él y a su familia con preguntas: “¿Estás seguro de que Él te sanó?”, “¿Qué te hizo?”, “¿Cómo te abrió los ojos?”.
Y el hombre les respondió:
“Desde el principio jamás se ha oído decir que alguien abriera los ojos a un ciego de nacimiento. Si este no viniera de Dios, no podría hacer nada” (Juan 9:32).
El hombre había vivido 38 años en una religión y nadie le había abierto los ojos.
“Respondieron ellos (los judíos religiosos) y le dijeron: Tú naciste enteramente en pecados, ¿y tú nos enseñas a nosotros? Y lo echaron fuera” (Juan 9:34).
Vea cómo son las religiones, ellos decían que él era ciego porque había nacido en pecado. Los religiosos viven como si fueran santos, pero nunca se sabe lo que hay por detrás de esa religiosidad.
¿Y qué sucedió cuando los religiosos echaron al exciego del templo? Se encontró a Jesús. ¡Y vea la diferencia! Jesús no lo condenó.
“Jesús oyó decir que lo habían echado fuera, y hallándolo, le dijo: ¿Crees tú en el Hijo del Hombre? Él respondió y dijo: ¿Y quién es, Señor, para que yo crea en Él? Jesús le dijo: Pues tú Le has visto, y el que está hablando contigo, Ese es. Él entonces dijo: Creo, Señor. Y Le adoró” (Juan 9:35-38).
Imagínese, la religión lo había expulsado y el Señor Jesús lo acogió. Y cuando él supo que el Hijo del Hombre era Jesús, creyó y Lo adoró.
El hombre había recibido la sanidad física, pero faltaba la espiritual. Había sido curado, pero aún no había sido salvo. Por eso, después de sanarlo físicamente, el Señor Jesús le presentó otra propuesta, porque él debía tener su Salvación.
Los ojos físicos que ahora podían ver se cerrarían para siempre después de su muerte.
La obra de Jesús no habría estado completa si los ojos espirituales del exciego no fueran curados. Por eso Se presentó a él nuevamente para darle la oportunidad de la Salvación.
No bastaba con haber recibido un milagro glorioso; era necesario tener una fe con fundamento para soportar las persecuciones, las renuncias y las pérdidas que llegarían.
Los milagros son importantes, pero pasajeros. Pero el mayor milagro es el nuevo nacimiento, que nos lleva a la Salvación eterna. Quien nace de nuevo permanece obediente y salvo hasta el fin.
Es muy importante cuando una persona es sanada, pero no es suficiente, debe recibir la Salvación de su alma.
Vea la diferencia: la religión expulsa y ciega, pero Jesús acoge y abre los ojos.
Por eso, nosotros llevamos a las personas al Señor Jesús. Cuando pase por una Universal alrededor de todo el mundo verá que siempre dice JESUCRISTO ES EL SEÑOR, porque Él es Quien da el don del arrepentimiento, es Quien perdona sus pecados, es Quien bautiza con el Espíritu Santo y es Quien da la Salvación. Él es la Piedra Angular.
Usted debe entregarse solo al Señor Jesús. Cuando usted se entrega a Él y Le dice: “Señor, yo Te entrego mi vida y Te acepto como mi único Señor y Salvador, ya no quiero vivir de fachada, quiero una vida limpia, quiero dormir tranquilo”, puede haber sido la peor persona de este mundo, pero Él borra sus pecados con Su sangre, le da la Salvación y lo convierte en una nueva criatura.
Eso es lo importante.
Él dijo: “Venid a Mí, todos los que estáis cansados y cargados, y Yo os haré descansar” (Mateo 11:28).
Participe del Santo Culto, a las 9:30 h, en la Universal más cerca de su domicilio.
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