Mariela sufrió gran parte de su vida: “Empecé a fumar y a tomar, sufría en la vida sentimental. Llegué a consumir marihuana y al tiempo probé la cocaína. Comenzaba a drogarme a las diez de la noche y seguía hasta las nueve de la mañana. Un día me sentí mal y le dije a una de mis hermanas que me llevara al hospital, allí me salvaron la vida, había perdido el control de todo.
Me reencontré con mi primer novio, pero yo era muy celosa, él también y discutíamos todo el tiempo. Decidí irme de mi casa, él me llamaba por teléfono, me insultaba, me seguía, me volvía loca, y yo lo odiaba.
Hasta que noté un cambio en él y me dijo que estaba luchando en la Universal para que volviéramos a estar juntos y acepté ir. Después de un tiempo, logré perdonarlo, ya no necesité drogas nunca más. Dios restauró nuestra vida, hoy tenemos una familia bendecida y vivimos en paz. Económicamente avanzamos, yo me independicé y él también trabaja de manera independiente”.
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