Sol sufría de anorexia avanzada. Ella recuerda: “Tenía problemas en mi casa, complejos de inferioridad, traumas y eso me llevó a dejar de alimentarme. Me sentía con muy baja autoestima. Entonces empecé a dejar de comer y comencé a tomar pastillas. Vivía con una depresión que fue avanzando, al igual que mi anorexia, hasta que un día los médicos me dijeron que, si yo dejaba de comer, iba a morir”.
Pero eso no era todo, como consecuencia de la anorexia, tuvo anemia. “El desorden alimenticio había avanzado y yo me sentía débil, me desmayaba, no podía pensar y me iba mal en todo”, señala.
Hasta que un día, Sol encontró la solución: “Mi mamá me invitó a las reuniones de los viernes. Perseveré por varias semanas y Dios hizo el milagro en mi vida, me sanó, me liberó de la depresión y todos los problemas que tenía se fueron solucionando. La mayor bendición que conseguí fue el Espíritu Santo, que cambió todo en mi interior. Hoy puedo decir que gracias al Espíritu Santo soy una persona feliz”.
Si los problemas no lo dejan en paz y quiere ser libre de los tormentos espirituales, participe de la Reunión de Liberación a las 8 h, 10 h, 12 h, 16 h y 20 h, en la Universal más cerca de su domicilio.
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