Conocer la Biblia es muy importane para todos nosotros, especialmente en los momentos más difíciles de nuestra vida, porque Dios habla con nosotros por medio de Su Palabra. El Espíritu Santo nos conduce, nos orienta, y cuando pasamos por tribulaciones, Él nos hace recordar lo que está escrito en la Biblia, una Palabra de Dios que nos conforte. Pero solo la recordaremos si la conocemos.
Por eso, elaboramos un plan para que usted lea la Biblia en 1 año. Si usted todavía no comenzó, haga clic aquí y empiece ahora, no lo deje para mañana. Usted verá cómo se transformará su vida.
Si usted ya está en este propósito, acompañe la lectura de hoy:
Jueces 3
1 Y estas son las naciones que el Señor dejó para probar con ellas a Israel, es decir, a los que no habían experimentado ninguna de las guerras de Canaán
2 (esto fue sólo para que las generaciones de los hijos de Israel conocieran la guerra, aquellos que antes no la habían experimentado):
3 los cinco príncipes de los filisteos, todos los cananeos, los sidonios y los heveos que habitaban en el monte Líbano, desde el monte de Baal-hermón hasta Lebo-hamat.
4 Y eran para probar a Israel, para ver si obedecían los mandamientos que el Señor había ordenado a sus padres por medio de Moisés.
5 Y los hijos de Israel habitaron entre los cananeos, los hititas, los amorreos, los ferezeos, los heveos y los jebuseos;
6 tomaron para sí a sus hijas por mujeres, y dieron sus propias hijas a los hijos de ellos, y sirvieron a sus dioses.
7 Y los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos del Señor, y olvidaron al Señor su Dios, y sirvieron a los baales y a las imágenes de Asera.
8 Entonces se encendió la ira del Señor contra Israel, y los vendió en manos de Cusán-risataim, rey de Mesopotamia; y los hijos de Israel sirvieron a Cusán-risataim por ocho años.
9 Cuando los hijos de Israel clamaron al Señor, el Señor levantó un libertador a los hijos de Israel para que los librara, a Otoniel, hijo de Cenaz, hermano menor de Caleb.
10 Y vino sobre él el Espíritu del Señor, y juzgó a Israel. Cuando salió a la guerra, el Señor entregó en su mano a Cusán-risataim, rey de Mesopotamia, y su poder prevaleció sobre Cusán-risataim.
11 Y la tierra tuvo descanso por cuarenta años. Y murió Otoniel, hijo de Quenaz.
12 Volvieron los hijos de Israel a hacer lo malo ante los ojos del Señor. Entonces el Señor fortaleció a Eglón, rey de Moab, contra Israel, porque habían hecho lo malo ante los ojos del Señor.
13 Y Eglón reunió consigo a los hijos de Amón y de Amalec; y fue y derrotó a Israel, y se apoderaron de la ciudad de las palmeras.
14 Y los hijos de Israel sirvieron a Eglón, rey de Moab, por dieciocho años.
15 Pero los hijos de Israel clamaron al Señor, y el Señor les levantó un libertador, a Aod, hijo de Gera, benjamita, el cual era zurdo. Y los hijos de Israel enviaron tributo con él a Eglón, rey de Moab.
16 Aod se hizo una espada de dos filos, de un codo de largo, y la ató a su muslo derecho debajo de la ropa.
17 Y presentó el tributo a Eglón, rey de Moab; y Eglón era un hombre muy grueso.
18 Y aconteció que cuando terminó de presentar el tributo, despidió a la gente que había traído el tributo.
19 Pero él se volvió desde los ídolos que estaban en Gilgal, y dijo: Tengo un mensaje secreto para ti, oh rey. Y éste dijo: Guarda silencio. Y todos los que le servían salieron.
20 Aod vino a él cuando estaba sentado solo en su sala de verano. Y Aod dijo: Tengo un mensaje de Dios para ti. Y él se levantó de su silla.
21 Aod alargó la mano izquierda, tomó la espada de su muslo derecho, y se la hundió en el vientre.
22 Y la empuñadura entró también tras la hoja, y la gordura se cerró sobre la hoja, pues no sacó la espada de su vientre; y se le salieron los excrementos.
23 Entonces salió Aod al corredor, cerró tras sí las puertas de la sala de la terraza y les pasó el cerrojo.
24 Después de haber salido, vinieron los siervos y miraron, y he aquí, las puertas de la sala de la terraza tenían pasado el cerrojo, y dijeron: Sin duda está haciendo su necesidad en la sala de verano.
25 Y esperaron hasta sentir inquietud, pues he aquí que él no abría las puertas de la sala de la terraza. Entonces tomaron la llave y las abrieron, y he aquí, su señor caído en el suelo, muerto.
26 Mas Aod había escapado mientras ellos esperaban; pasando por los ídolos, había escapado a Seirat.
27 Y cuando llegó, tocó la trompeta en la región montañosa de Efraín; y los hijos de Israel descendieron con él de la región montañosa, estando él al frente de ellos.
28 Y les dijo: Perseguidlos, porque el Señor ha entregado en vuestras manos a vuestros enemigos, los moabitas. Y descendieron tras él y se apoderaron de los vados del Jordán frente a Moab, y no dejaron pasar a nadie.
29 En aquella ocasión mataron a unos diez mil moabitas, todos hombres robustos y valientes; ninguno escapó.
30 Y fue subyugado Moab aquel día bajo la mano de Israel. Y la tierra tuvo descanso por ochenta años.
31 Después de Aod vino Samgar, hijo de Anat, el cual hirió a seiscientos filisteos con una aguijada de bueyes; y él también salvó a Israel.
Hechos 7
1 Y el sumo sacerdote dijo: ¿Es esto así?
2 Y él dijo: Escuchadme, hermanos y padres. El Dios de gloria apareció a nuestro padre Abraham cuando estaba en Mesopotamia, antes que habitara en Harán,
3 y le dijo: “Sal de tu tierra y de tu parentela, y ve a la tierra que yo te mostrare.”
4 Entonces él salió de la tierra de los caldeos y se radicó en Harán. Y de allí, después de la muerte de su padre, Dios lo trasladó a esta tierra en la cual ahora vosotros habitáis.
5 No le dio en ella heredad, ni siquiera la medida de la planta del pie, y sin embargo, aunque no tenía hijo, prometió que se la daria en posesion a el y a su descendencia despues de el.
6 Y Dios dijo así: “Que sus descendientes serian extranjeros en una tierra extraña, y que serian esclavizados y maltratados por cuatrocientos años.
7 “Pero yo mismo juzgare a cualquier nacion de la cual sean esclavos” —dijo Dios— “y despues de eso saldran y me serviran en este lugar.”
8 Y Dios le dio el pacto de la circuncisión; y así Abraham vino a ser el padre de Isaac, y lo circuncidó al octavo día; e Isaac vino a ser el padre de Jacob, y Jacob de los doce patriarcas.
9 Y los patriarcas tuvieron envidia de José y lo vendieron para Egipto. Pero Dios estaba con él,
10 y lo rescató de todas sus aflicciones, y le dio gracia y sabiduría delante de Faraón, rey de Egipto, y éste lo puso por gobernador sobre Egipto y sobre toda su casa.
11 Entonces vino hambre sobre todo Egipto y Canaán, y con ella gran aflicción; y nuestros padres no hallaban alimentos.
12 Pero cuando Jacob supo que había grano en Egipto, envió a nuestros padres allá la primera vez.
13 En la segunda visita, José se dio a conocer a sus hermanos, y conoció Faraón el linaje de José.
14 Y José, enviando mensaje, mandó llamar a Jacob su padre y a toda su parentela, en total setenta y cinco personas.
15 Y Jacob descendió a Egipto, y allí murió él y también nuestros padres.
16 Y de allí fueron trasladados a Siquem, y puestos en el sepulcro que por una suma de dinero había comprado Abraham a los hijos de Hamor en Siquem.
17 Pero a medida que se acercaba el tiempo de la promesa que Dios había confirmado a Abraham, el pueblo crecía y se multiplicaba en Egipto,
18 hasta que surgio otro rey en Egipto que no sabia nada de Jose.
19 Este rey, obrando con astucia contra nuestro pueblo, maltrató a nuestros padres, a fin de que expusieran a la muerte a sus niños para que no vivieran.
20 Fue por ese tiempo que Moisés nació. Era hermoso a la vista de Dios, y fue criado por tres meses en la casa de su padre.
21 Después de ser abandonado para morir, la hija de Faraón se lo llevó y lo crió como su propio hijo.
22 Y Moisés fue instruido en toda la sabiduría de los egipcios, y era un hombre poderoso en palabras y en hechos.
23 Pero cuando iba a cumplir la edad de cuarenta años, sintió en su corazón el deseo de visitar a sus hermanos, los hijos de Israel.
24 Y al ver que uno de ellos era tratado injustamente, lo defendió y vengó al oprimido matando al egipcio.
25 Pensaba que sus hermanos entendían que Dios les estaba dando libertad por medio de él, pero ellos no entendieron.
26 Al día siguiente se les presentó, cuando dos de ellos reñían, y trató de poner paz entre ellos, diciendo: “Varones, vosotros sois hermanos, ¿por qué os herís el uno al otro?”
27 Pero el que estaba hiriendo a su prójimo lo empujó, diciendo: “¿Quien te ha puesto por gobernante y juez sobre nosotros?
28 “¿Acaso quieres matarme como mataste ayer al egipcio?”
29 Al oír estas palabras, Moises huyo y se convirtio en extranjero en la tierra de Madian, donde fue padre de dos hijos.
30 Y pasados cuarenta años, se le aparecio un angel en el desierto del monte Sinaí, en la llama de una zarza que ardia.
31 Al ver esto, Moisés se maravillaba de la visión, y al acercarse para ver mejor, vino a él la voz del Señor:
32 “Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, de Isaac, y de Jacob.” Moisés temblando, no se atrevía a mirar.
33 Pero el Señor le dijo: “Quitate las sandalias de los pies, porque el lugar donde estas es tierra santa.
34 “Ciertamente he visto la opresion de mi pueblo en Egipto y he oido sus gemidos, y he descendido para librarlos; ven ahora y te enviare a Egipto.”
35 Este Moisés, a quien ellos rechazaron, diciendo: “¿Quien te ha puesto por gobernante y juez?” es el mismo que Dios envió para ser gobernante y libertador con la ayuda del ángel que se le apareció en la zarza.
36 Este hombre los sacó, haciendo prodigios y señales en la tierra de Egipto, en el mar Rojo y en el desierto por cuarenta años.
37 Este es el mismo Moisés que dijo a los hijos de Israel: “Dios os levantara un profeta como yo de entre vuestros hermanos.”
38 Este es el que estaba en la congregación en el desierto junto con el ángel que le hablaba en el monte Sinaí, y con nuestros padres, y el que recibió palabras de vida para transmitirlas a vosotros;
39 al cual nuestros padres no quisieron obedecer, sino que lo repudiaron, y en sus corazones regresaron a Egipto,
40 diciendo a Aaron: “Haznos dioses que vayan delante de nosotros, porque a este Moises que nos saco de la tierra de Egipto, no sabemos lo que le haya pasado.”
41 En aquellos días hicieron un becerro y ofrecieron sacrificio al ídolo, y se regocijaban en las obras de sus manos.
42 Pero Dios se apartó de ellos y los entregó para que sirvieran al ejército del cielo, como está escrito en el libro de los profetas: ¿Acaso fue a mi a quien ofrecisteis victimas y sacrificios en el desierto por cuarenta años, casa de Israel?
43 Tambien llevasteis el tabernaculo de Moloc, y la estrella del dios Renfan, las imagenes que hicisteis para adorarlas. Yo tambien os deportare mas alla de Babilonia.
44 Nuestros padres tuvieron el tabernáculo del testimonio en el desierto, tal como le había ordenado que lo hiciera Aquél que habló a Moisés, conforme al modelo que había visto.
45 A su vez, habiéndolo recibido, nuestros padres lo introdujeron con Josué al tomar posesión de las naciones que Dios arrojó de delante de nuestros padres, hasta los días de David.
46 Y David halló gracia delante de Dios, y pidió el favor de hallar una morada para el Dios de Jacob.
47 Pero fue Salomón quien le edificó una casa. 48 Sin embargo, el Altísimo no habita en casas hechas por manos de hombres; como dice el profeta:
49 El cielo es mi trono, y la tierra el estrado de mis pies; ¿que casa me edificareis? —dice el Señor— ¿O cual es el lugar de mi reposo?
50 ¿No fue mi mano la que hizo todas estas cosas?
51 Vosotros, que sois duros de cerviz e incircuncisos de corazón y de oídos, resistís siempre al Espíritu Santo; como hicieron vuestros padres, así también hacéis vosotros.
52 ¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres? Ellos mataron a los que antes habían anunciado la venida del Justo, del cual ahora vosotros os hicisteis traidores y asesinos;
53 vosotros que recibisteis la ley por disposición de ángeles y sin embargo no la guardasteis.
54 Al oír esto, se sintieron profundamente ofendidos, y crujían los dientes contra él.
55 Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, fijos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús de pie a la diestra de Dios;
56 y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre de pie a la diestra de Dios.
57 Entonces ellos gritaron a gran voz, y tapándose los oídos arremetieron a una contra él.
58 Y echándolo fuera de la ciudad, comenzaron a apedrearle; y los testigos pusieron sus mantos a los pies de un joven llamado Saulo.
59 Y mientras apedreaban a Esteban, él invocaba al Señor y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu.
60 Y cayendo de rodillas, clamó en alta voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Habiendo dicho esto, durmió.
Jeremías 16
1 Entonces la palabra del Señor vino a mí, diciendo:
2 No tomes para ti mujer ni tengas hijos ni hijas en este lugar.
3 Porque así dice el Señor acerca de los hijos e hijas nacidos en este lugar, y acerca de las madres que los dieron a luz, y de los padres que los engendraron en esta tierra:
4 De muertes crueles morirán; no serán llorados ni sepultados; serán como estiércol sobre la faz de la tierra; a espada y por hambre serán acabados, y sus cadáveres servirán de comida para las aves del cielo y para las bestias de la tierra.
5 Porque así dice el Señor: No entres en casa de duelo, ni vayas a lamentar, ni los consueles; pues he retirado mi paz de este pueblo —declara el Señor—, la misericordia y la compasión.
6 Morirán grandes y pequeños en esta tierra; no serán enterrados, ni llorados, y nadie se sajará ni se rapará por ellos;
7 no partirán el pan en el duelo para ellos, a fin de consolarlos por el muerto, ni les darán a beber la copa de consolación por su padre o por su madre.
8 Tampoco entres en casa de banquete para sentarte con ellos a comer y beber.
9 Porque así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: He aquí, voy a hacer que desaparezca de este lugar, ante vuestros ojos y en vuestros días, la voz de gozo y la voz de alegría, la voz del novio y la voz de la novia.
10 Y sucederá que cuando anuncies a este pueblo todas estas palabras, ellos te dirán: “¿Por qué el Señor ha pronunciado toda esta gran calamidad contra nosotros? ¿Cuál es nuestra iniquidad y cuál es nuestro pecado que hemos cometido contra el Señor nuestro Dios?”
11 Entonces les dirás: “Es porque vuestros padres me abandonaron” —declara el Señor— “y siguieron a otros dioses y los sirvieron y se postraron ante ellos, pero a mí me abandonaron y no guardaron mi ley.
12 “Y vosotros habéis hecho peor que vuestros padres, porque he aquí, cada uno de vosotros anda tras la terquedad de su malvado corazón, sin escucharme.
13 “Por tanto, yo os arrojaré de esta tierra a una tierra que no habéis conocido, ni vosotros ni vuestros padres; y allí serviréis a otros dioses día y noche, pues no os mostraré clemencia.”
14 Por tanto, he aquí, vienen días —declara el Señor— cuando ya no se dirá: “Vive el Señor, que sacó a los hijos de Israel de la tierra de Egipto”,
15 sino: “Vive el Señor, que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra del norte y de todos los países adonde los había desterrado.” Porque los haré volver a su tierra, la cual di a sus padres.
16 He aquí, enviaré a muchos pescadores —declara el Señor— que los pescarán; y después enviaré a muchos cazadores, que los cazarán por todo monte y por todo collado y por las hendiduras de las peñas.
17 Porque mis ojos están puestos sobre todos sus caminos, que no se me ocultan, ni su iniquidad está encubierta a mis ojos.
18 Pero primero, pagaré al doble su iniquidad y su pecado, porque ellos han contaminado mi tierra con los cadáveres de sus ídolos abominables y han llenado mi heredad con sus abominaciones.
19 ¡Oh Señor, fuerza mía y fortaleza mía, refugio mío en el día de angustia! A ti vendrán las naciones desde los términos de la tierra y dirán: Nuestros padres heredaron sólo mentira, vanidad y cosas sin provecho.
20 ¿Puede hacer el hombre dioses para sí? ¡Pero no son dioses!
21 Por tanto, he aquí, voy a darles a conocer, esta vez les haré conocer mi mano y mi poder; y sabrán que mi nombre es el Señor.
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