Este mensaje me hizo recordar la época en la que fui muy débil y Dios me regaló una pérdida; y fue en ese momento en el que empezó una nueva jornada en mi vida.
Hasta entonces, tenía muchos conocimientos de la Palabra de Dios y no era fuerte, no lograba verme a mí misma con mucha claridad. Pero, cuando pasé por un dolor muy grande en mi vida personal, este dolor me hizo buscar a Dios y descubrirme. Esto hizo toda la diferencia.
Por ejemplo, para que Dios llamara a mi padre, él tuvo que ser menospreciado hasta en su propia iglesia.
El dolor siempre es el inicio para que manifestemos una fe humilde, porque sin el dolor muchas veces no hay humildad de nuestra parte.
El dolor nos incentiva, es como si fuera un motor que nos impulsa a desarrollar la fe, y empezamos a buscar, a reconocer nuestros errores, ¡y empezamos a obedecer!
Cuando usted asume su fe, muchas personas piensan que es débil. Sin embargo, es lo contrario, cuando nosotros asumimos nuestra fe, no nos preocupamos por nada ni por nadie, sino por lo que realmente necesitamos.
Viviane Freitas