Leé el mensaje y meditá al respecto
“Y quiero que sepáis, hermanos, que las circunstancias en que me he visto, han redundado en el mayor progreso del Evangelio…”. Filipenses 1:12
Esto fue lo que el apóstol Pablo dijo con respecto a su prisión en Roma. Los filipenses estaban tristes porque Pablo estaba preso, temían por su juicio y cómo quedaría el futuro de la iglesia, en caso de que fuera condenado.
Pero, mientras ellos desanimaban con esa realidad, el apóstol les escribió una carta a los filipenses, llena de alegría y paz en cuanto al sufrimiento.
Dijo que todas las cosas que sufrió contribuyeron al crecimiento del Reino de Dios.
¿A qué se refería específicamente?
A las prisiones, los naufragios, los golpes, las decepciones con personas cercanas, las injusticias, los problemas internos que las iglesias que él había fundado enfrentaban, las acusaciones de los falsos hermanos, la escasez y las diferentes pruebas y persecuciones que sufría por parte de los religiosos.
Debemos entender, de una vez por todas, que pasar por adversidades no es sinónimo de fracaso.
Ser calumniado no significa ser culpable.
Pasar por una injusticia no significa ser abandonado por Dios.
Ser rechazado no significa ser despreciable.
Cambiá tu mirada con respecto a las luchas de la vida, para que puedas decir que todas las luchas que enfrentaste sirvieron para mostrar cuán fiel es Dios, cuán verdadera es Su justicia, cuán grande es Su amor y Su misericordia, que alcanza al pecador.
Si mirás tu pasado y tu presente con fe, podrás decir, en este momento, que todo lo que sucedió contribuyó para que Jesús fuera aún más glorificado y Su nombre aún más conocido.
¡Elegí ver con fe!