Dios nunca dijo: “Sean ustedes, sigan siendo como son, porque Me agrado de eso”. Nunca encontrarás esto en la Biblia. Al contrario, lo que está escrito es:
“… niéguese a sí mismo, tome su cruz…”. Mateo 16:24
también podemos leer:
“Sed imitadores de Mí…”. 1 Corintios 11:1
“Mirad a Abraham, vuestro padre, y a Sara…”. Isaías 51:2
“… sed vosotros perfectos…” Mateo 5:48.
Dios quiere que dejemos la ilusión de que somos increíbles, porque eso no es verdad. Él quiere que seamos como el barro en las manos del alfarero: maleables, para que nos pueda moldear. Nuestro Señor es el mismo de ayer, hoy y eternamente, porque es perfecto, pero nosotros no. Hoy no puedo ser la misma persona que fui ayer, no puedo.
Una de las cosas más lindas que podés hacer por vos mismo es cambiar. Mirar el pasado y decir: “Yo era así, pensaba así, hacia esto y Dios me cambió”, eso es lindo.
Feo es ver que seguís siendo la misma persona, que enfrentás los mismos problemas, las mismas dificultades y todos se quejan de las mismas cosas de vos, eso es feo. Después de todo, no sos el Señor Jesús para que seas el mismo de ayer, hoy y eternamente.