Según registros históricos, los fariseos se originaron en el siglo 2 antes de Cristo (a.C.). Ellos se volvieron famosos como opositores de lo que era predicado por el Señor Jesús, Quien los criticaba porque eran religiosos, en vez de ser realmente siervos de Dios.
El término fariseo viene del hebreo perushim, palabra derivada del griego, que también le dio origen a pharisaeus, en latín. La denominación hebrea tiene como raíz parash, que significa “apartar”, “separar”.
Los fariseos eran conocidos como los “separados”, o separatistas, justamente por haberse apartado del resto de la población para la consagración del estudio de las tradiciones de la Torá, la “Biblia” judía, equivalente a nuestro Antiguo Testamento. Pero había un grupo de ellos que creía que las Escrituras debían ser enseñadas al pueblo.
Los perushim se reunían en las havurot, grupos religiosos con jerarquía reunidos en asambleas. Con el pasar del tiempo, ellos se volvieron líderes en las sinagogas y en las escuelas de la Torá. Algunos eran miembros del Sinedrio.
Muchos fariseos eran escribas, especialistas encargados de la interpretación de los manuscritos de la Ley y de su transmisión al pueblo, y, por eso, reconocidos como los “doctores de la Ley”. Varios de ellos entraron en conflicto con el Señor Jesús respecto a lo que Él enseñaba.
Más allá de la hipocresía, Él condenaba otros rasgos típicos de los fariseos, como el orgullo y la avaricia, y su creencia de que la Salvación vendría de la Ley vacía – y no de Dios, por medio de Su Hijo.
Claro que hubo entre los fariseos quien diese voz a la razón y aceptara al Señor Jesús como Hijo de Dios, aunque esa actitud fuera reprobada por los demás. También después de Su muerte y resurrección algunos perushim abrazaron Su causa, obedeciendo la voluntad de Dios, como en el caso más conocido entre todos: el del fariseo Saulo de Tarso, que, después de la conversión, se convirtió en el apóstol Pablo, según lo relatado en Hechos de los Apóstoles.
Los perushim tenían gran presencia en Israel, debido a la enseñanza religiosa y política. Eran, en esa época, los principales maestros en las sinagogas, lo que les garantizó influencia en el judaísmo, aun después de la destrucción del segundo Templo.
Los nuevos fariseos
Lamentablemente no es rara, hoy en día, la presencia de fariseos en la iglesia. Muchos se dicen cristianos, participan en reuniones, pueden incluso ocupar una posición destacada entre los miembros y la jerarquía de la organización, pero usan esa máscara de seguidores de Dios solamente por estatus.
¿Quién no conoce a alguien así que, aunque tenga la cáscara de fiel, tiende al narcisismo, piensa que es líder, manipula a los individuos a su alrededor en beneficio propio mientras, en su mente, desprecia a todos? Habla mal de los semejantes por la espalda, se esfuerza por poner a unos contra otros y tienen verdadero placer en “ver al circo incendiarse”.
La misma persona que después sale hablando de Dios también sirve al mal con sus acciones. Lamentablemente, todos encontramos gente así muy cercana a nosotros.
Esos mentirosos practican sus acciones hipócritas y desmoralizan al medio cristiano y, actuando así, generan prejuicios contra los reales seguidores del Señor Jesús. Tanto que, en varias lenguas, la palabra “fariseo” es usada como sinónimo para personas como las citadas en el párrafo anterior, incluso fuera del ambiente de las iglesias. Y no sin razón. Para ellas, el Mesías dejó un recado muy claro: “Porque os digo que, si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos.” Mateo 5:20.
Pero, claro, fariseo que es fariseo lee esto, pero no lo considera. Continuará creyéndose el poderoso y practicando sus maquinaciones del mal enmascarado como cristiano. Aun así, ciertamente tendrá que rendir cuenta de sus acciones el día en que esté delante del juicio definitivo que determinará su destino por toda la eternidad.
Es usted, lector, quien determina si estará al lado de personas así, comportándose de la misma forma, o elegirá la entrega real a Dios – en la práctica, lo que realmente vale.
Sepa más sobre este y otros temas espirituales en la Noche de la Salvación, que se realiza cada miércoles a las 20h, en la Universal de Almagro, Av. Corrientes 4070 o haga clic aquí para consultar la dirección de la iglesia más cercana a usted.
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