1.° Orar en privado con Dios
“Pero tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cuando hayas cerrado la puerta, ora a tu Padre que está en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Y al orar, no uséis repeticiones sin sentido, como los gentiles, porque ellos se imaginan que serán oídos por su palabrería. Por tanto, no os hagáis semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes que vosotros Le pidáis”. Mateo 6:6-8
2.° Leer la Biblia todos los días, con mucha atención e interés
“Tú, sin embargo, persiste en las cosas que has aprendido y de las cuales te convenciste, sabiendo de quiénes las has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden dar la sabiduría que lleva a la Salvación mediante la fe en Cristo Jesús. Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra”. 2 Timoteo 3:14-17
También podés leer Tito 2:15 y 1 Timoteo 4:12-13.
3.° Participar de las reuniones de la iglesia
“… y consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca”. Hebreos 10:24-25
4.° Ganar almas
El que es salvo debe anunciar la palabra de la Salvación todos los días. ¿Entendiste el mensaje del Evangelio? Si ya sos salvo, ¿te esforzás por difundirlo? El que desea tener al Espíritu Santo debe saber que la razón principal por la cual Él viene sobre alguien es para que se convierta en Su testigo.
“… pero recibiréis poder cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros; y Me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra”. Hechos 1:8
Sin la comprensión del mensaje de la Salvación y sin la sed de difundirlo, el Espíritu Santo jamás vendrá sobre tu vida.
“A este Dios Le resucitó al tercer día e hizo que Se manifestara, no a todo el pueblo, sino a los testigos que fueron escogidos de antemano por Dios, es decir, a nosotros que comimos y bebimos con Él después que resucitó de los muertos. Y nos mandó predicar al pueblo, y testificar con toda solemnidad que este Jesús es el que Dios ha designado como Juez de los vivos y de los muertos. De este dan testimonio todos los profetas, de que por Su nombre, todo el que cree en Él recibe el perdón de los pecados”. Hechos 10:40-43
Obispo Júlio Freitas