La Biblia es la carta de Dios para nosotros. Es tan viva, tan eficaz que está vigente para todas las culturas y lenguas.
Nunca será obsoleta o demandará innovaciones porque sus conceptos y consejos jamás estarán fuera de vigencia.
Por ser tan valiosa, sufrió y sufre las más duras persecuciones, pero nunca, nada ni nadie, logró callar su voz.
Vale recordar la advertencia que contienen acerca de aquellos que se atrevan a adulterar sus palabras, no importa cuan pequeña sea. Eso podría cambiar su sentido y supondría un terrible castigo que se pagaría en la eternidad.
Así como a nosotros no nos gusta que cambien lo que decimos, Él lo tolera todavía menos soportará que distorsionen sus palabras.
El lector debe tener conciencia de que tiene en manos un libro totalmente diferente a los otros, tanto por su exclusividad como por sus carácterísticas.
Un consejo: Haga tiempo para leerla, ponga voluntad para lograr una óptima lectura. Elija un horario durante el día, desconéctese de todo y medite en lo que leyó.
Deje de lado el teléfono con las redes sociales y los mensajes de amigas y dedíquese a entender la sabiduría que el Todopoderoso quiere enseñarle. Aproveche cada minuto y verá los resultados.
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