Ricardo y Dalia se unieron para ser felices, pero no todo salió cómo lo imaginaban. En el caso de Ricardo, sus problemas comenzaron en su infancia: “Mis padres se separaron, mi padre tenía los vicios del alcohol y el cigarrillo y golpeaba a mi madre.
Después de un tiempo, conocí a Dalia, nos casamos y la relación se complicó: “Empecé a tener las mismas actitudes que mi papá, yo no le quería hacer daño, pero no me podía controlar. Después de nuestro primer hijo, se enfermaban y la plata se iba en medicamentos, así estuvimos 5 años, hasta que una tía de ella nos invitó a la Universal.
Empezamos a concurrir, pero estuvimos yendo 8 o 9 años y no poníamos en práctica lo que nos enseñaban. Tocamos fondo cuando una madrugada, ella se levantó de la cama y terminó en la terraza del departamento, estaba fuera de sí, a punto de tirarse, le grité y recuperó la conciencia. Ahí fue que entregamos nuestra vida en Altar de Dios y allí todo cambió para siempre”, finaliza Ricardo.
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