La primera cosa que más ha robado la fe de la gente es «no desvestirse» delante de Dios.
«… que en cuanto a vuestra anterior manera de vivir, os despojéis (desvistáis) del viejo hombre, que se corrompe según los deseos engañosos…». Efesios 4:22
Todos los días personas y situaciones intentan “vestirnos” de algo:
de incapaces,
de derrotados,
de incrédulos,
de fanáticos,
de superexitosos,
de capaces,
de fuertes,
etc…
Eso intenta cubrirnos de lo que no nos corresponde, ya sea de una vestimenta negativa o superpositiva. Por eso, todos los días debemos desvestirnos, como sucedió cuando el Señor Jesús entró en Jerusalén:
«La mayoría de la multitud tendió sus mantos en el camino; otros cortaban ramas de los árboles y las tendían por el camino». Mateo 21:8
Es decir, ellos se despojaban de sus mantos, que simboliza ese desvestirse de lo que la sociedad, el mundo y las situaciones quieren vestirnos, para que el Señor Jesús Sea Glorificado.
Y la segunda cosa que más roba la fe de la gente es no darle a Dios la Gloria debida.
En el pasado, extender el manto era una acción de honra y exaltación a los victoriosos, a los guerreros, a los emperadores, a los soldados, a las autoridades cuando volvían de una misión cumplida… la gente los recibía con palmas y ramos, con júbilo.
Cuando el Señor Jesús entró en Jerusalén y ellos hicieron eso, estaban blindando su fe y atribuyéndole a Dios la Gloria debida.
Sin embargo, si nosotros intentamos robar la Gloria de Dios, no extendemos los ramos hacia Él sino hacia nosotros, y terminamos siendo perjudicados, porque Dios no comparte Su Gloria con nadie.
«Yo Soy el Señor, ese es Mi Nombre; Mi Gloria a otro no daré, ni Mi alabanza…». Isaías 42:8
Muchos salieron de la Obra y de la Iglesia (ex siervos) porque se enorgullecieron, ya que no se despojaron de sus mantos, de la Gloria que recibían por cómo eran usados por Dios. Empezaron a sentirse mejores que los demás… El pecado de muchos que hoy ya no están no fue la mentira, el adulterio, el robo… sino el no desvestirse y no tirar sus mantos. Eligieron quedarse con lo que no les correspondía, la ropa de Gloria es solo de Jesús y de nadie más.
Protejamos nuestra fe, desvistiéndonos y extendiéndole nuestro ramo siempre al Señor Jesús, pues haciendo así, estaremos blindando nuestra Salvación.
Dios los Use más mañana que hoy.
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Obispo Júlio Freitas
¡Nos vemos en la IURD o en las Nubes!