Diré yo al Señor: Refugio mío y fortaleza mía, mi Dios, en quien confío. Salmos 91:2
Nuestro refugio, fortaleza y esperanza no puede ser una persona, familia, amigos o la iglesia, sino solamente Dios.
Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas; porque a ellos les gusta ponerse en pie y orar en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa. Pero tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cuando hayas cerrado la puerta, ora a tu Padre que está en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Y al orar, no uséis repeticiones sin sentido, como los gentiles, porque ellos se imaginan que serán oídos por su palabrería. Por tanto, no os hagáis semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes que vosotros le pidáis. Mateo 6:5-8
Cuando leemos la Palabra de Dios hay que usar la razón, no el corazón, porque sabemos que ahí es donde Dios va a hablarnos.
Como cristianos no podemos apoyarnos en las oraciones, meditaciones, reuniones colectivas dentro de la iglesia. Eso no es lo que Dios quiere de nosotros, Él quiere hijos de verdad.
Cuando oramos por más simples sean que nuestras palabras tienen que estar cargadas de sinceridad.
Nuestro primer aposento no es nuestra habitación o el lugar donde nos sentimos seguros, es nuestro corazón.
Dios nos habla que debemos entrar en oración desde nuestro íntimo y expresarle a Él con sinceridad lo que hay dentro nuestro.
No debemos buscar recompensas a lo que hacemos, porque, la recompensa de Dios viene de lo secreto.
Dios nos da a elegir entre 2 opciones: O caemos en las tentaciones del diablo o caemos de rodillas delante de Él para que pueda auxiliarnos.
Antes de finalizar la reunión, se presentó al grupo @evgargentina para que sean aun mas usados por Dios.