En este Día del Padre, celebramos en la Sede Nacional de Argentina a quienes Dios eligió para reflejar el cuidado del Padre Celestial.
No te sucederá ningún mal, ni plaga se acercará a tu morada. Pues Él dará órdenes a sus ángeles acerca de ti, para que te guarden en todos tus caminos. Salmos 91:10-11
El mal siempre quiere llegar a uno. Su objetivo es atacar a la familia y provocar ansiedad y malestar. Sin embargo, si decidimos reprenderlo y permanecer bajo el Abrigo del Altísimo, ese mal no tendrá éxito.
Hijos, obedeced a vuestros padres en el Señor, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre (que es el primer mandamiento con promesa), para que te vaya bien, y para que tengas larga vida sobre la tierra. Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en la disciplina e instrucción del Señor. Efesios 6:1-4
Es injusto que un hijo no obedezca a sus padres. Debemos obedecer todo lo que nos pidan, siempre y cuando no sea contra el Señor (es decir, sin comprometer nuestra alma).
Cuando nos sometemos como hijos a nuestros padres, recibimos la bendición de Dios, que nos permite disfrutar y vivir por décadas.
Está escrito que los hijos deben enterrar a los padres. Pero cuando ocurre al revés, muchas veces es consecuencia de la desobediencia.
Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Si hoy estamos acá, es gracias a la obediencia de Jesús a Su Padre.
Como padres, no debemos exigirles perfección a nuestros hijos. En su lugar, debemos educarlos con valores, disciplina (discipulado) e instrucción conforme a la Palabra.
Por vosotros reprenderé al devorador, para que no os destruya los frutos del suelo; ni vuestra vid en el campo será estéril —dice el Señor de los ejércitos. Malaquías 3:11
Dios es justo. Él no bendice ni salva a todos: la mentalidad de igualdad no existe. Según nuestras acciones y palabras, seremos condenados o justificados.
No juzguéis para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis, seréis juzgados; y con la medida con que midáis, se os medirá. ¿Y por qué miras la mota[a] que está en el ojo de tu hermano, y no te das cuenta de la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo puedes decir a tu hermano: «Déjame sacarte la mota del ojo», cuando la viga está en tu ojo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás con claridad para sacar la mota del ojo de tu hermano. No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las huellen con sus patas, y volviéndose os despedacen. Mateo 7:1-6
Dios sabe que uno de los juegos de los espíritus malignos es hacernos juzgar a los demás para sentirnos aliviados.
Los ciudadanos de Su Reino no deben juzgar, porque al hacerlo, terminan comparándose y enfocándose solo en lo negativo.
Si Él, que es perfecto, no juzga ni condena, ¿por qué nosotros tendríamos derecho a hacerlo?
La mejor forma de ayudar a alguien que está en el error es no cometer lo mismo. Así, seremos beneficiados tanto nosotros como nuestro prójimo.
Las enseñanzas divinas son simples, pero muy valiosas. No debemos despreciarlas: son como perlas.