Existen dos grupos de personas: Las que ansían justicia y las que no.
“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.”, (Mateo 5:6).
Que una persona viva en la justicia, no significa que la quiera. Recordemos a los ladrones que fueron crucificados con Jesús. Uno de ellos blasfemaba contra Él: “… Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros.”, (Lucas 23:39).
En cambio, el otro lo reprendió: “Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo.”, (Lucas 23:40-41).
Mientras uno se burlaba del Señor, el otro reconocía que no merecía ser crucificado, reconoció sus errores y por eso se convirtió en un hombre justo.
Por eso, Jesús le dijo: “Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.”, (Mateo 23:43).
Estos dos ladrones representaban a los dos tipos de personas. A los que se arrepienten y reconocen sus error y a los que no quieren hacerlo. Si usted peca y siente que está en su derecho, puede hacer lo que quiera de su vida, pero inevitablemente, se irá apartando de Dios y un día puede ser muy tarde. Solo usted puede elegir en qué grupo quiere estar.