“¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?”, (Lucas 18:7-8).
El Señor Jesús contó la historia de la viuda que fue atendida por un juez injusto. Es decir, que un juez que no temía a Dios, atendió al clamor de una viuda, solo para librarse de la molestia.
Si ese hombre injusto le hizo justicia a la viuda que clamaba, ¿cómo Dios, que es justo juez, dejará de atender a Sus hijos? Es seguro que pronto les hará justicia. Aunque la ayuda parezca demorarse, no tenga miedo de insistir, haga como la viuda hizo.
El apóstol Lucas afirma que esa era una parábola sobre la necesidad de orar siempre: “También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar…”, (Lucas 18:1). Por eso, es necesario mantenerse firme en la fe, incluso delante de las dificultades. A pesar de la aparente demora, contra las dudas y la ansiedad.
Su deber es orar y nunca desmayar. Insista, como la viuda, si ella, que trataba con un juez malo no desistió, usted tampoco debe hacerlo ya que está tratando con el Justo juez, su Padre y Amigo. Ore siempre y nunca desmaye, pues la respuesta vendrá.
“Dios hizo justicia en mi vida”
“Mi nombre es Norma, la injusticia que había en mi vida era en el aspecto familiar.
Mi matrimonio estaba destruido, vivía una vida muy injusta. Yo me dedicaba a mi esposo, a la casa, pero él, de un día para el otro cambió. Se involucró en la noche, en los vicios del alcohol, del cigarrillo y estaba con otras mujeres. Desaparecía días de mi casa y volvía alcoholizado. Cuando le pedía explicaciones, me decía que yo no entendía nada y se volvía a ir.
Lo peor para mí fue la infidelidad, no entendía por qué me humillaba así. Me decían que lo deje, pero yo creía que la situación podía cambiar.
Yo ya estaba en la Universal e hice un voto para que Dios cambiara mi vida. Él me respondió, Dios hizo justicia en mi vida, en mi matrimonio y en mi familia. No fue fácil, pero hoy mi esposo es un hombre de Dios”.
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