“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio…”, (Gálatas 5:22 LBLA).
Parece un error en el texto que Pablo relacione nueve virtudes con un solo fruto.
Él escribe fruto en singular porque hace referencia al corazón, no al corazón adámico, que es de piedra y rebelde, sino al nuevo corazón de carne, trasplantado por el Espíritu Santo. El versículo podría haber sido leído así: Mas el corazón del Espíritu es: amor, alegría…
En Ezequiel 36:26 dice: “Además, os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros; quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne”.
Esto quiere decir que los nacidos de Dios tienen un corazón, un espíritu y una nueva mente divina. (1º Corintios 2:16). Por eso, este nuevo corazón reúne nueve virtudes que representan el carácter de Dios.
Cuando habla del amor, se refiere al amor del Eterno. Él amó de tal manera, que dio a Su único hijo para que todo aquel que en Él cree tenga vida eterna, (Juan 3:16). Ese amor no se compara al de este mundo y sin el nuevo nacimiento es imposible comprender eso.
Quien ama con el corazón del Espíritu de Dios, sacrifica por el ser amado, porque como la fe, el amor también exige sacrificios. Por eso, no se casa para ser feliz, sino para hacer feliz al amado.
El amor de Dios fue y ha sido sacrificial. Así también, el que ama al señor Jesucristo, quiere agradarlo con una conducta sacrificial.
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