Nadie quiere estar cerca de alguien que parece mantener una lista detallada con todos sus errores para echárselos en cara en el momento propicio.
Creemos que, si le señalamos al compañero sus errores pasados, estaremos previniéndonos de que sean repetidos. En verdad, lo que más logramos es irritar al compañero, que se encuentra siempre en el banquillo de los acusados, siendo interrogado y culpado de algo que no practica más.
Si el compañero está fallando actualmente, lidie con eso. Pero si realmente ya cambió, deje el pasado en un “archivo muerto”, para que sea resucitado solo por un fuerte motivo en el presente.
Tal vez la distancia entre ustedes sea causada porque usted cumple ese papel de acusador(a).
Extraído Blog Obispo Renato Cardoso
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