Para que no haya arrepentimiento después de una pelea, los cónyuges deben aprender a mantener la boca cerrada.
Si en el calor del momento, no se reprime la rabia y el deseo de retrucar, es mejor hacer silencio.
No es necesario que su pareja sepa todo lo que siente y piensa, porque nada de lo que se diga puede ser borrado.
Por eso, si en determinado momento, los pensamientos o sentimientos no son buenos, use el derecho a callarse.
Respire profundo, haga una pausa para calmar los ánimos. Dele espacio hasta el día siguiente y si fuera necesario, retome la cuestión.
Puede ser difícil de lograr, pero no es imposible. Del mismo modo, si uno de los dos percibe que el otro está llegando a un punto sin retorno, interrumpa la provocación. Sean sensibles a los límites emocionales del otro.
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