Ni bien los mexicanos se recuperaron del sismo del último 7 de septiembre, que dejó centenas de heridos y decenas de muertos, por la tarde de este martes 19, un terremoto de magnitud 7,1 golpeó el centro y la capital de México, dejando a más de 200 muertos en el país.
El epicentro del temblor sucedió a 57 km de profundidad, cerca de la ciudad de Atencingo, en el estado de Puebla, y pudo sentirse en la capital, Ciudad de México.
Dos horas antes, la población había salido a las calles en un simulacro para recordar el 32º aniversario del devastador terremoto de 1985 (ocurrido exactamente un 19 de septiembre), que dejó miles de personas muertas en el país.
Un poco más tarde, las escenas se repitieron, sin embargo, ya no formaban parte del simulacro: eran, verdaderamente, más reales que nunca, causando pánico en todos lados.
Decenas de edificios se derrumbaban, centenas de personas salían corriendo, desesperadas, por las calles, otras quedaban atrapadas entre los escombros y, lamentablemente, el número de muertos puede aumentar con el transcurso de las horas. Los partidos de futbol fueron suspendidos, millones de personas están sin luz y el caos se instaló en diferentes partes del país.
A pesar de la falta de comunicación en muchos lugares, el obispo Djalma Bezerra, actual coordinador del trabajo de la Universal en México, habló inmediatamente con un reportero de Universal.org y explicó que la situación en los alrededores de la sede de la Iglesia en el país, ubicada en el Distrito Federal, en la Ciudad de México, está bajo control. “Conversamos con todos los pastores de las demás sedes estaduales y están todos bien, gracias a Dios”, dijo.
El pastor Rafael Macedo también está en una de las sedes de la Iglesia y relató: “Aquí, la señal de internet está muy sobrecargada, la Ciudad de México está hecha un caos, pero gracias a Dios estamos bien.”
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