Ellos dos son la prueba de que Dios puede restaurar cualquier familia, sin importar en qué situación hayan llegado: “Llegamos divorciados. Todo empezó porque él me fue infiel. Me enteré la primera vez que nos íbamos a casar. Él me lo confesó y si bien lo perdoné, seguí con eso dentro mío. Finalmente nos casamos, pero siempre le echaba en cara su infidelidad”.
Él admitió que el problema surgió por la infidelidad: “No quise engañarla, se dio y lo hice. Ella estaba mal, se descargaba con golpes”, comenta.
“Era obsesiva, le preguntaba cómo era la otra persona, con la que me había engañado. Quería saber cómo se vestía, me quería parecer a ella, aunque él ya se había arrepentido.
Llegamos a la Universal por la radio, todo lo que el pastor decía en el programa, era lo que me estaba pasando. Participando entendí que debía perdonar a mi marido. Dios me ayudó a olvidar todo lo malo. Hoy soy segura, no hay motivo para desconfiar, mi esposo, es todo lo que yo quería, el amor que yo esperaba” concluye feliz.
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