Conocer la Biblia es muy importane para todos nosotros, especialmente en los momentos más difíciles de nuestra vida, porque Dios habla con nosotros por medio de Su Palabra. El Espíritu Santo nos conduce, nos orienta, y cuando pasamos por tribulaciones, Él nos hace recordar lo que está escrito en la Biblia, una Palabra de Dios que nos conforte. Pero solo la recordaremos si la conocemos.
Por eso, elaboramos un plan para que usted lea la Biblia en 1 año. Si usted todavía no comenzó, haga clic aquí y empiece ahora, no lo deje para mañana. Usted verá cómo se transformará su vida.
Si usted ya está en este propósito, acompañe la lectura de hoy:
1° Crónicas 11
1 Entonces se congregó todo Israel en torno a David en Hebrón, y dijeron: He aquí, hueso tuyo y carne tuya somos.
2 Ya de antes, cuando Saúl aún era rey, eras tú el que sacabas y el que volvías a traer a Israel. Y el Señor tu Dios te dijo: “Tú pastorearás a mi pueblo Israel, y serás príncipe sobre mi pueblo Israel.”
3 Vinieron, pues, todos los ancianos de Israel al rey en Hebrón, y David hizo un pacto con ellos en Hebrón delante del Señor; luego ungieron a David como rey sobre Israel, conforme a la palabra del Señor por medio de Samuel.
4 Entonces fue David con todo Israel a Jerusalén, es decir, Jebús, y estaban allí los jebuseos, habitantes de la tierra.
5 Y los habitantes de Jebús dijeron a David: No entrarás aquí. Pero David capturó la fortaleza de Sion, es decir, la ciudad de David.
6 Y David había dicho: El que primero hiera a un jebuseo será jefe y comandante. Y Joab, hijo de Sarvia, subió primero, y fue hecho jefe.
7 David habitó en la fortaleza; por tanto fue llamada la ciudad de David.
8 Y edificó la ciudad alrededor, desde el Milo hasta la muralla circundante; y Joab reparó el resto de la ciudad.
9 David se engrandecía cada vez más, y el Señor de los ejércitos estaba con él.
10 Estos son los jefes de los valientes que tenía David, quienes le dieron fuerte apoyo en su reino, junto con todo Israel, para hacerlo rey, conforme a la palabra del Señor concerniente a Israel.
11 Y éstos constituyen la lista de los valientes que tenía David: Jasobeam, hijo de Hacmoni, jefe de los treinta; él blandió su lanza contra trescientos a los cuales mató de una sola vez.
12 Y después de él, Eleazar, hijo de Dodo ahohíta; él era uno de los tres valientes.
13 El estaba con David en Pasdamim cuando los filisteos se reunieron allí para la batalla; y había una parcela llena de cebada, y el pueblo huyó delante de los filisteos,
14 y se apostaron en medio de la parcela, y la defendieron e hirieron a los filisteos; y el Señor los salvó con una gran victoria.
15 Descendieron tres de los treinta jefes a la roca donde estaba David, en la cueva de Adulam, mientras el ejército de los filisteos acampaba en el valle de Refaim.
16 David estaba entonces en la fortaleza, mientras la guarnición de los filisteos estaba en Belén.
17 David sintió un gran deseo, y dijo: ¡Quién me diera de beber agua del pozo de Belén que está junto a la puerta!
18 Entonces los tres se abrieron paso por el campamento de los filisteos, y sacando agua del pozo de Belén que estaba junto a la puerta, se la llevaron y la trajeron a David; pero David no quiso beberla, sino que la derramó para el Señor,
19 y dijo: Lejos esté de mí que haga tal cosa delante de mi Dios. ¿Beberé la sangre de estos hombres que fueron con riesgo de sus vidas? Porque con riesgo de sus vidas la trajeron. Por eso no quiso beberla. Estas cosas hicieron los tres valientes.
20 Y Abisai, hermano de Joab, era el primero de los treinta, y blandió su lanza contra trescientos y los mató; y él tuvo tanto renombre como los tres.
21 De los treinta en el segundo grupo, él fue el más distinguido y llegó a ser capitán de ellos; pero no igualó a los tres primeros.
22 Benaía, hijo de Joiada, hijo de un valiente de Cabseel, de grandes hazañas, mató a los dos hijos de Ariel de Moab. Y él descendió y mató a un león en medio de un foso un día que estaba nevando.
23 También mató a un egipcio, un hombre grande de cinco codos de estatura; y en la mano del egipcio había una lanza como un rodillo de tejedor, pero Benaía descendió a él con un palo, y arrebatando la lanza de la mano del egipcio, lo mató con su propia lanza.
24 Estas cosas hizo Benaía, hijo de Joiada, y tuvo tanto renombre como los tres valientes.
25 He aquí, fue el más distinguido entre los treinta, pero no igualó a los tres; y David lo puso sobre su guardia.
26 Y los valientes de los ejércitos fueron Asael, hermano de Joab, Elhanan, hijo de Dodo de Belén,
27 Samot harodita, Heles pelonita,
28 Ira, hijo de Iques tecoíta, Abiezer anatotita,
29 Sibecai husatita, Ilai ahohíta,
30 Maharai netofatita, Heled, hijo de Baana netofatita,
31 Itai, hijo de Ribai de Guibeá de los hijos de Benjamín, Benaía piratonita,
32 Hurai de los arroyos de Gaas, Abiel arbatita,
33 Azmavet barhumita, Eliaba saalbonita,
34 los hijos de Hasem gizonita, Jonatán, hijo de Sage ararita,
35 Ahíam, hijo de Sacar ararita, Elifal, hijo de Ur,
36 Hefer megueratita, Ahías pelonita,
37 Hezro carmelita, Naarai, hijo de Ezbai,
38 Joel, hermano de Natán, Mibhar, hijo de Hagrai,
39 Selec amonita, Naharai beerotita, escudero de Joab, hijo de Sarvia,
40 Ira itrita, Gareb itrita,
41 Urías hitita, Zabad, hijo de Ahlai,
42 Adina, hijo de Siza rubenita, jefe de los rubenitas, y treinta con él.
43 Hanán, hijo de Maaca, y Josafat mitnita,
44 Uzías astarotita, Sama y Jehiel, hijos de Hotam aroerita,
45 Jediael, hijo de Simri, y Joha su hermano, tizita,
46 Eliel mahavita, Jerebai y Josavía, hijos de Elnaam, Itma moabita,
47 Eliel, Obed y Jaasiel mesobaíta.
1° Crónicas 12
1 Y estos son los que vinieron a David en Siclag, mientras aún se ocultaba por causa de Saúl, hijo de Cis. Eran de los hombres valientes que le ayudaron en la guerra.
2 Estaban armados con arcos, y usaban tanto la mano derecha como la izquierda para lanzar piedras y tirar flechas con el arco. Eran parientes de Saúl de Benjamín.
3 El jefe era Ahiezer, después Joás, hijos de Semaa guibeatita; Jeziel y Pelet, hijos de Azmavet; Beraca y Jehú anatotita;
4 Ismaías gabaonita, hombre valiente entre los treinta, y jefe de los treinta. Después Jeremías, Jahaziel, Johanán, Jozabad gederatita,
5 Eluzai, Jerimot, Bealías, Semarías, Sefatías harufita,
6 Elcana, Isías, Azareel, Joezer, Jasobeam, coreítas,
7 y Joela y Zebadías, hijos de Jeroham de Gedor.
8 También de los de Gad se pasaron a David en la fortaleza en el desierto, hombres fuertes y valientes, entrenados para la guerra, diestros con el escudo y la lanza, cuyos rostros eran como rostros de leones, y eran tan ligeros como las gacelas sobre los montes.
9 Ezer fue el primero, Obadías el segundo, Eliab el tercero,
10 Mismana el cuarto, Jeremías el quinto,
11 Atai el sexto, Eliel el séptimo,
12 Johanán el octavo, Elzabad el noveno,
13 Jeremías el décimo, Macbanai el undécimo.
14 De los hijos de Gad, éstos fueron capitanes del ejército; el menor valía por cien y el mayor por mil.
15 Estos son los que cruzaron el Jordán en el primer mes, cuando inundaba todas sus riberas, y pusieron en fuga a todos los de los valles, tanto al oriente como al occidente.
16 Entonces vinieron algunos de los hijos de Benjamín y Judá a David a la fortaleza.
17 Y salió David a su encuentro, y les habló, diciendo: Si venís a mí en paz para ayudarme, mi corazón se unirá con vosotros; pero si venís para entregarme a mis enemigos, ya que no hay maldad en mis manos, que el Dios de nuestros padres lo vea y decida.
18 Entonces el Espíritu vino sobre Amasai, jefe de los treinta, el cual dijo: Tuyos somos, oh David, y contigo estamos, hijo de Isaí. Paz, paz a ti, y paz al que te ayuda; ciertamente tu Dios te ayuda. Entonces David los recibió y los hizo capitanes del grupo.
19 Algunos de Manasés se pasaron también a David, cuando éste iba con los filisteos a la batalla contra Saúl. Pero éstos no les ayudaron, porque los príncipes de los filisteos, después de tomar consejo, lo despidieron, diciendo: A costa de nuestras cabezas se pasará a su señor Saúl.
20 Y cuando él iba a Siclag, se pasaron a él de Manasés: Adnas, Jozabad, Jediaiel, Micael, Jozabad, Eliú y Ziletai, capitanes de miles que eran de Manasés.
21 Ellos ayudaron a David contra la banda de merodeadores, pues todos eran hombres fuertes y valientes, y fueron capitanes en el ejército.
22 Porque día tras día se pasaban hombres a David para ayudarlo, hasta que hubo un gran ejército, como un ejército de Dios.
23 Y estos son los números de los escuadrones equipados para la guerra, que vinieron a David en Hebrón para transferirle el reino de Saúl, conforme a la palabra del Señor:
24 Los hijos de Judá que llevaban escudo y lanza eran seis mil ochocientos, equipados para la guerra.
25 De los hijos de Simeón, hombres fuertes y valientes para la guerra, siete mil cien.
26 De los hijos de Leví, cuatro mil seiscientos.
27 Y Joiada, príncipe de la casa de Aarón, y con él tres mil setecientos;
28 también Sadoc, joven fuerte y valiente, y de la casa de su padre veintidós capitanes.
29 De los hijos de Benjamín, parientes de Saúl, tres mil; porque hasta entonces la mayor parte de ellos habían permanecido fieles a la casa de Saúl.
30 De los hijos de Efraín, veinte mil ochocientos, hombres fuertes y valientes, famosos en sus casas paternas.
31 De la media tribu de Manasés, dieciocho mil, que por nombre fueron designados para venir y hacer rey a David.
32 De los hijos de Isacar, expertos en discernir los tiempos, con conocimiento de lo que Israel debía hacer, sus jefes eran doscientos; y todos sus parientes estaban bajo sus órdenes.
33 De Zabulón había cincuenta mil que salieron con el ejército, que podían ponerse en orden de batalla con toda clase de armas de guerra y que ayudaron a David sin doblez de corazón.
34 De Neftalí había mil capitanes, y con ellos treinta y siete mil con escudo y lanza.
35 De los de Dan que podían ponerse en orden de batalla, había veintiocho mil seiscientos.
36 De Aser había cuarenta mil que salieron con el ejército para ponerse en orden de batalla.
37 Y del otro lado del Jordán de los rubenitas y gaditas y de la media tribu de Manasés, había ciento veinte mil con toda clase de armas de guerra para la batalla.
38 Todos éstos, hombres de guerra, que podían ponerse en orden de batalla, vinieron con corazón perfecto a Hebrón, para hacer rey a David sobre todo Israel; también todos los demás de Israel eran de un mismo parecer para hacer rey a David.
39 Y estuvieron allí con David tres días, comiendo y bebiendo, porque sus parientes habían hecho provisión para ellos.
40 También, los que estaban cerca de ellos, y hasta Isacar, Zabulón y Neftalí, trajeron víveres en asnos, camellos, mulos y bueyes; grandes cantidades de tortas de harina, tortas de higos y racimos de uvas pasas, vino, aceite, bueyes y ovejas. Verdaderamente había alegría en Israel.
Hebreos 13
1 Permanezca el amor fraternal.
2 No os olvidéis de mostrar hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles.
3 Acordaos de los presos, como si estuvierais presos con ellos, y de los maltratados, puesto que también vosotros estáis en el cuerpo.
4 Sea el matrimonio honroso en todos, y el lecho matrimonial sin mancilla, porque a los inmorales y a los adúlteros los juzgará Dios.
5 Sea vuestro carácter sin avaricia, contentos con lo que tenéis, porque El mismo ha dicho: Nunca te dejare ni te desamparare,
6 de manera que decimos confiadamente: El Señor es el que me ayuda; no temere. ¿Que podra hacerme el hombre?
7 Acordaos de vuestros guías que os hablaron la palabra de Dios, y considerando el resultado de su conducta, imitad su fe.
8 Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los siglos.
9 No os dejéis llevar por doctrinas diversas y extrañas, porque buena cosa es para el corazón el ser fortalecido con la gracia, no con alimentos, de los que no recibieron beneficio los que de ellos se ocupaban.
10 Nosotros tenemos un altar del cual no tienen derecho a comer los que sirven al tabernáculo.
11 Porque los cuerpos de aquellos animales, cuya sangre es llevada al santuario por el sumo sacerdote como ofrenda por el pecado, son quemados fuera del campamento.
12 Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta.
13 Así pues, salgamos a El fuera del campamento, llevando su oprobio.
14 Porque no tenemos aquí una ciudad permanente, sino que buscamos la que está por venir.
15 Por tanto, ofrezcamos continuamente mediante El, sacrificio de alabanza a Dios, es decir, el fruto de labios que confiesan su nombre.
16 Y no os olvidéis de hacer el bien y de la ayuda mutua, porque de tales sacrificios se agrada Dios.
17 Obedeced a vuestros pastores y sujetaos a ellos, porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta. Permitidles que lo hagan con alegría y no quejándose, porque eso no sería provechoso para vosotros.
18 Orad por nosotros, pues confiamos en que tenemos una buena conciencia, deseando conducirnos honradamente en todo.
19 Y aún más, os exhorto a hacer esto, a fin de que yo os sea restituido muy pronto.
20 Y el Dios de paz, que resucitó de entre los muertos a Jesús nuestro Señor, el gran Pastor de las ovejas mediante la sangre del pacto eterno,
21 os haga aptos en toda obra buena para hacer su voluntad, obrando El en nosotros lo que es agradable delante de El mediante Jesucristo, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
22 Os ruego, hermanos, que soportéis la palabra de exhortación, pues os he escrito brevemente.
23 Sabed que nuestro hermano Timoteo ha sido puesto en libertad, con el cual, si viene pronto, os he de ver.
24 Saludad a todos vuestros pastores y a todos los santos. Los de Italia os saludan.
25 La gracia sea con todos vosotros. Amén.
Amós 7
1 Esto me mostró el Señor Dios: He aquí, El formaba enjambre de langostas cuando comenzaba a brotar la cosecha de primavera. Y he aquí, la cosecha de primavera era después de la siega del rey.
2 Y sucedió que cuando habían terminado de devorar la hierba de la tierra, yo dije: Señor Dios, perdona, te ruego. ¿Cómo podrá resistir Jacob si es tan pequeño?
3 Se apiadó el Señor de esto: No sucederá —dijo el Señor.
4 Esto me mostró el Señor Dios: he aquí, el Señor Dios llamaba para juzgarlos con fuego, y consumió el gran abismo y empezó a consumir el campo[f].
5 Entonces dije: Señor Dios, cesa, te ruego. ¿Cómo podrá resistir Jacob si es tan pequeño?
6 Se apiadó el Señor de esto: Esto tampoco sucederá —dijo el Señor Dios.
7 Esto El me mostró: He aquí, el Señor estaba junto a un muro hecho a plomo, y tenía en su mano una plomada.
8 Y el Señor me dijo: ¿Qué ves, Amós? Y respondí: Una plomada. Entonces el Señor dijo: He aquí, pondré una plomada en medio de mi pueblo Israel. Ya no volveré a dejarlos sin castigo.
9 Los lugares altos de Isaac serán asolados y los santuarios de Israel destruidos; y yo me levantaré con espada contra la casa de Jeroboam.
10 Entonces Amasías, sacerdote de Betel, envió palabra a Jeroboam, rey de Israel, diciendo: Amós conspira contra ti en medio de la casa de Israel; la tierra ya no puede soportar todas sus palabras.
11 Porque así dice Amós: “Jeroboam morirá a espada y ciertamente Israel saldrá en cautiverio de su tierra.”
12 Y Amasías dijo a Amós: Vete, vidente, huye a la tierra de Judá, come allí pan y allí profetiza;
13 pero en Betel no vuelvas a profetizar más, porque es santuario del rey y residencia real.
14 Entonces respondió Amós y dijo a Amasías: Yo no soy profeta, ni hijo de profeta, sino que soy boyero y cultivador de sicómoros.
15 Pero el Señor me tomó cuando pastoreaba el rebaño, y me dijo: Ve, profetiza a mi pueblo Israel.
16 Ahora pues, escucha la palabra del Señor: Tú dices: “No profetices contra Israel ni hables contra la casa de Isaac.”
17 Por tanto, así dice el Señor: “Tu mujer se prostituirá en la ciudad, tus hijos y tus hijas caerán a espada, tu tierra será repartida a cordel, y tú morirás en una tierra inmunda. Y ciertamente Israel saldrá de su tierra en cautiverio.”
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