Si analizamos el ministerio del Señor Jesús en la tierra, notaremos que, en casi todas las situaciones, bastó una palabra o un toque Suyo para que la persona fuese completamente curada. Pero hubo un caso en particular en el que las cosas sucedieron de otra manera: “Vino luego a Betsaida; y le trajeron un ciego, y le rogaron que le tocase.
Entonces, tomando la mano del ciego, le sacó fuera de la aldea; y escupiendo en sus ojos, le puso las manos encima, y le preguntó si veía algo. Él, mirando, dijo: Veo los hombres como árboles, pero los veo que andan. Luego le puso otra vez las manos sobre los ojos, y le hizo que mirase; y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a todos. Y lo envió a su casa, diciendo: No entres en la aldea, ni lo digas a nadie en la aldea.”, (Marcos 8:22-26).
Observe que cuando el hombre se presentó ante Jesús, inmediatamente, el Señor lo llevó fuera de la ciudad. Allí le escupió en los ojos y le impuso las manos. Aun así, él no se entregó completamente y Jesús tuvo que imponerle las manos para curarlo completamente de la ceguera.
“Aquel hombre estaba contaminado por el ambiente en el que vivía y eso impedía que Jesús actuara.
Existen dos puertas de contaminación: los ojos y los oídos. Las personas reaccionan motivadas por lo que ven u oyen.
Quizás, Jesús ha encontrado dificultades para realizar algo en su vida. Tal vez su vida no ha cambiado debido a que se dejó contaminar por las distracciones y la información que el mundo presenta. “Tenemos la Biblia, que contiene lo que los apóstoles hicieron y eso fortalece nuestra fe. Ellos en cambio, ni siquiera tenían la Biblia.
Entonces, por qué no vemos suceder hoy, las cosas que pasaban en esa época. La diferencia es que en esa época, había poca contaminación. Había menos maneras de neutralizar la fe. Por eso podían santificarse más, tenían más unción y la manifestación del Espíritu Santo era más notoria”, aclara el obispo.
Por lo tanto, para que Dios actúe es necesario que se desintoxique. Debe evaluar su interior y permitir que Él tenga acceso para arrancar lo malo que está en su interior. Si se siente débil espiritualmente y no encuentra fuerzas para abandonar las cosas que este mundo ofrece, participe de la Noche de la Salvación en la Universal más cercana.
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