Graciela Sendín: “Yo empecé a tener problemas de salud a los nueve años, a esa edad me operaron de apendicitis. Después tuve hepatitis virósica, pasé tres meses en una cama y me alimentaban a través de suero.
Mi mamá siempre estuvo involucrada con los espíritus, pero estábamos mal en todos los aspectos de la vida. Allí me dijeron que era médium, yo incorporaba espíritus de familiares de personas que habían muerto. Estuve más de doce años en ese lugar, hasta que dejé de ir.
Me casé y tuve dos hijos. En ese tiempo pasé por nueve operaciones. Mi esposo y yo trabajábamos todo el día, pero yo no podía tocar un peso. Me separé porque no podía vivir así.
Mis hijos no quisieron verme por años. Cuando me divorcié, mi ex no me quería dar nada, estuvimos tres años peleando judicialmente. Me deprimí y estuve a punto de suicidarme tres veces. En una de las oportunidades, conseguí un trabajo temporal y allí encontré un arma. Me apunté en la sien con el revólver, pero algo me impidió matarme.
Una amiga de mi mamá me invitó a la Universal, pero yo no creía en Dios. Decidí ir para darle el gusto. Desde el primer viernes dejé todas las pastillas, Dios me curó. Volví a vivir con mis hijos, mi vida cambió completamente”.
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